La minoría olvidada: Niñas y mujeres migrantes

La historia de Maryama* es un claro ejemplo de los peligros adicionales a los que se enfrentan las niñas y mujeres migrantes.
Fotografía de niña migrante

Maryama tiene tan solo 17 años, pero ya ha intentado migrar desde el Cuerno de África a Europa dos veces. La mayoría de los migrantes se enfrentan a viajes desgarradores, pero en el caso de las niñas los desafíos y peligros se multiplican. Son una minoría olvidada cuando se habla de esta emergencia, aunque suponen cantidades muy significativas que no dejan de aumentar.

La primera vez que Maryama salió de casa tenía 13 años. Entonces no tenía muy claro cómo realizar el viaje. “Lo único que sabía era que quería ir a Alemania porque escuché que aquellos que emigran obtienen dinero y una vida mejor”.

Pero una importante razón, Maryama no fue a la escuela. “Mi familia nunca trató a las niñas y los niños de la familia por igual, siempre dieron prioridad a mis hermanos, ya sea para enviarlos a la escuela u otras cosas”. Como Maryama, muchas de las jóvenes que emigran de Somalia buscan una educación que les permita construir su propio futuro.

Fotografía de niños en el desierto

Emprender el camino no era difícil, el coste que exigían los contrabandistas para ayudarla era bajo y un conocido la ayudo a contactar con ellos. Pero no llegó muy lejos en esta ocasión, en la frontera con Yemen su familia la encontró y la obligó a volver a casa. “No tengo ni idea de quién les dijo donde estaba, pero no tuve más remedio que ir con ellos”.

Por esta razón muchos jóvenes no informan a sus familias cuando empiezan su viaje, quedando más expuestos y en peligro. No suelen buscar ayuda por temor a su reacción y es más fácil que terminen siendo explotados. En el caso de Maryama temía que sus hermanos la mataran si se enteraban de que quería marcharse.

Maryama se fue de casa por segunda vez a los 14 años para evitar ser forzada a casarse. “Mi familia me estaba obligando a casarme con un anciano. Ni siquiera lo conocía y no lo quería, así que decidí dejar el país de cualquier manera que pudiera".

La noche que se fue su vida cambió por completo, “comencé a darme cuenta de los que significa que abusen de ti, estar hambrienta y sedienta”. En Etiopía fue retenida durante 18 días por contrabandistas hasta que formaron un grupo con el que continuar "no teníamos suficiente para comer o beber y todos los hombres y mujeres dormían juntos en un pasillo".

De Etiopía, Maryama pasó a Sudán y enseguida se enfrentó a un peligro que acecha a todas las mujeres en el camino, el riesgo a la violencia sexual. “Caminamos durante días por lugares aterradores. Violaron a algunas personas del grupo. Yo, afortunadamente, no lo fui porque era la más joven y fingí estar casada con uno de los otros migrantes con los que viajaba”.

Fotografía de un grupo de migrantes

En Libia todo fue aún peor. Allí los contrabandistas exigieron un rescate a su familia por liberarla. “Los contrabandistas exigieron que pagáramos entre 7.000 y 10.000 dólares. Nos torturaron cada vez que se retrasó el dinero y mi familia no pudo evitar pagar todo este dinero. Los contrabandistas me torturaron, abusaron de mí e hicieron lo que quisieron".

Finalmente, una ONG colaboradora de UNICEF, pudo llegar hasta ella y ofrecerle ayuda para regresar a su país. Ahora empieza a tener esperanza en el futuro, ha entrado en un programa de UNICEF de capacitación de adolescentes a los que luego se da asistencia para formar negocios. Por fin Maryama puede construir su propio destino.

Fotografía de voluntarios de UNICEF

Gracias a colaboraciones como la tuya podemos ayudar a los refugiados y migrantes que llegan a su destino. Pero no olvidamos que lo más importante es que ninguna persona y, sobre todo, ninguna niña o niño se vean obligados a abandonar su hogar.

*Nombre cambiado para proteger la privacidad del menor