Mauritania: evitar una catástrofe para los niños
En Mauritania, cada año hay un periodo de escasez entre la temporada de lluvias y las nuevas cosechas. Durante esta época, las madres luchan por alimentar a sus hijos. Sin embargo, el pasado año no llovió y la temporada de escasez ha llegado tres meses antes.
Sin lluvia no hay pasto para alimentar al ganado, las cabras producen menos leche para alimentar a los niños y de los pocos cultivos, solo crecen la mitad. La mayor parte de los hombres e hijos mayores están dejando sus casas para buscar mejores tierras o algo de trabajo. UNICEF estima que en todo el Sahel más de un millón de niños están en riesgo de desnutrición aguda grave, y podrían morir si no se actúa rápidamente. La esperanza del gobierno y de las agencias humanitarias es poder responder con urgencia para evitar la hambruna, el agravamiento de la pobreza y el desplazamiento de la población.
El banco de granos
Mauritania, que tiene el doble del tamaño de Francia, es uno de los países menos poblados del mundo, con 3,4 millones de personas. La región Hodh Gharbi es actualmente elhogar de los pastores nómadas. Los cadáveres de los animales muertos bordean el camino. La pérdida potencial del

Las comunidades locales no pueden sobrevivir sin ayuda
El centro de salud local, apoyado por UNICEF, cuenta con vacunas, medicamentos básicos y alimentación terapéutica para tratar a los niños que sufren desnutrición, tal y como explica Ahmed Ould Aida. Además, según su testimonio, se está realizando una tarea de sensibilización que explica la importancia de la lactancia materna exclusiva para combatir la desnutrición, con lo que la lactancia se ha disparado hasta el 85% en la región. Pero esto no es suficiente y las familias se están quedando sin alimentos.“Tenemos una emergencia y las comunidades locales no pueden sobrevivir sin más ayuda”, añade Aida.
Necesidad de respuesta inmediata
Lucia Elmi, Representante de UNICEF en Mauritania, resume los tres desafíos inmediatos para dar respuesta a esta situación:logística, seguridad y capacidad humana. A las propias peculiaridades del país, de una gran magnitud y con una población muy dispersa, la respuesta humanitaria se enfrenta a un gran desafío: el nuevo conflicto en Malí. Desde finales de enero, más de 10.000 personas han cruzado a Mauritania. “No hay duda que será difícil llegar a todos los niños en un país tan grande y con una población tan dispersa. Pero si nuestra responsabilidad y mandato es asegurar que cada niño cuenta, es fundamental que respondamos ahora, especialmente para llegar a los más pobres y los más vulnerables”, afirmó Elmi.