¡Acabar con la desnutrición infantil es posible!

La historia de Akot es la esperanza de millones de niños que luchan por sobrevivir en Sudán del Sur.

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01/07/2022

A sus 9 meses, Akot es un bebé feliz. Come sus cacahuetes de un cuenco que podría tener la mitad de su tamaño, removiendo con toda la fuerza que su brazo le permite y saboreando cada bocado. La vida le sonríe, el mundo es un lugar por descubrir para él y no tiene límite alguno, hasta que su mamá, Anyang Kuol Ngor, lo coge para protegerlo de cualquier peligro.

Sin embargo, 8 semanas antes, la realidad de Akot era bien diferente, parecía otro niño. No se calmaba con nada, lloraba constantemente, y solo conseguía dormir cuando estaba exhausto.

En su país, Sudán del Sur, millones de personas viven en circunstancias extremas dependiendo casi exclusivamente de la ayuda humanitaria, como Akot y su familia. Anyang tiene ocho hijos y para ella llegar a fin de mes es todo un desafío, como poner un plato sobre la mesa cada día.

Esta falta de alimentos hace más vulnerables a los niños y niñas a contraer cualquier enfermedad. Akot ha tenido diarrea, fiebre y otras infecciones de forma regular. Y aunque recibió tratamiento, los episodios eran recurrentes. Cuando había comida, la rechazaba, y tampoco aceptaba la lactancia materna.

La situación se complicaba aún más en esos momentos en que Akot se enfermaba porque su madre debía quedarse en casa a cuidarlo y no podía salir a buscar algún medio de vida. “Para alimentar a mi bebé tengo que ir al mercado a ganarme la vida, y no puedo hacerlo si está enfermo, no he podido comprar comida para mis hijos”, lamentaba Anyang.

Antes la familia tenía un pequeño espacio de tierra para cultivar vegetales, pero con la escasez de semillas, se quedaron sin nada que cultivar. Además, el conflicto en Sudán del Sur les obligó a mudarse del lugar donde vivían y ya no pudieron regresar.

En estas circunstancias, el bebé empeoraba, “era terrible ver sufrir a Akot y me preguntaba qué estaba pasando”.  Anyang lo llevó a Gabat, a un centro de nutrición apoyado por UNICEF. Allí le diagnosticaron desnutrición aguda grave, lo que le pudo costar la vida porque su cuerpo no tenía la capacidad para luchar contra las enfermedades más leves.