Afganistán: ¡niñas en las escuelas ya!
Mariya, Fatema, Arezzo, Meher y otros cientos de niñas llevan más de dos meses sin poder acudir a la escuela. Escuchamos sus voces.
23/05/2022
Han pasado ya dos mes desde este anuncio, y las adolescentes de todo Afganistán siguen sufriendo la angustia y la decepción resultantes de esta oportunidad robada, que les impide adquirir las habilidades que necesitan, lo que se traduce en un claro retroceso para su futuro.
Las voces de las niñas y adolescentes
Mariya tiene 16 años, y describe cómo algunas de sus amigas y compañeras de clase están sufriendo depresión por no poder continuar su educación, espera que los hombres afganos defiendan los derechos de las mujeres y niñas y reabran las escuelas para todos. “Sólo me quedaban tres años para terminar el bachillerato, había estudiado mucho. Es nuestro derecho volver a la escuela y estudiar”, explica Mariya.
A todas les ha afectado no poder ir a la escuela, aunque nos cuentan que perseveran para tratar de continuar sus estudios en el hogar.
Es el caso de Fatema, de 15 años: "Cuando me enteré del cierre de las escuelas para las niñas de nuestra edad, me sentí triste y decepcionada, no sólo por mí, sino que estoy realmente disgustada por todas las niñas a las que les gusta continuar su educación y no se les permite".
En el futuro, Fatema quiere ser empresaria y estudiar economía como hizo su madre. También expresó que se siente mal cuando ayuda a su hermano a prepararse para ir a la escuela y ella se tiene que quedar en casa.
Meher, de 16 años, sueña con ser médico en el futuro. Sus asignaturas favoritas en la escuela son matemáticas y química, y ahora que no puede asistir a las clases Meher escucha las lecciones que se dan en la televisión. "Las escuelas estaban cerradas antes a causa de la COVID-19, pero eso no dolía tanto como duele ahora que no se nos permita estudiar mientras que a los chicos de nuestra edad sí. No es justo", explica.
Arezzo, de 13 años, es hija única. Sus padres no tienen estudios y quieren que ella sea médico o piloto, y a ella también le gustaría serlo. "No me gusta que se cierre la escuela, y cuando pienso en ello, me pongo triste y me decepciono" nos cuenta. Ahora que está en casa, se dedica a las tareas domésticas, a cocinar y a limpiar.
La tradición excluye a las niñas
El acceso a una educación de calidad es muy difícil en Afganistán y las niñas son siempre las primeras perjudicadas.
Incluso antes de la pandemia de la COVID-19, el acceso a la educación era un reto, ya que las prácticas culturales, los desplazamientos, la inaccesibilidad y la falta de instalaciones mantenían a millones de niños fuera de la escuela, especialmente a las niñas.
Se estima que 3,7 millones de niños no asisten a la escuela en Afganistán, el 60% de ellos son niñas.
Las razones que subyacen detrás de las bajas tasas de matriculación de las niñas son la inseguridad y las normas y prácticas tradicionales relacionadas con el papel de las niñas y las mujeres en la sociedad. Otra razón podría ser, en parte, la falta de maestras -mujeres -, especialmente en las escuelas rurales.
En las zonas más pobres y remotas del país, los niveles de matriculación varían mucho y las niñas siguen careciendo de igualdad de acceso.
Después de décadas de conflicto, interrupciones escolares debido a la COVID-19, el colapso de la economía y el impacto de las sanciones internacionales, los niños, especialmente las niñas, se ven sometidos a daños irreparables y están perdiendo la esperanza de un futuro mejor.
UNICEF: educación igualitaria y de calidad para todos
"Insto a las autoridades de facto a que cumplan su compromiso con la educación de las niñas sin más demoras. Hago un llamamiento a los líderes comunitarios de todos los rincones de Afganistán para que apoyen la educación de las adolescentes”, declaraba Russell hace justo dos meses.
Desde UNICEF estamos haciendo todo lo posible para apoyar la educación de los niños en Afganistán. A comienzos de este año, gracias a nuestros donantes, hemos pagado durante dos meses a alrededor de 194.000 maestros de escuelas públicas.
También apoyamos unas 15.000 aulas comunitarias, entregando mochilas con lápices, bolígrafos y cuadernos de ejercicios a 1 millón de estudiantes de primero, e iniciamos la distribución de alrededor de 37 millones de libros de texto. Además, estamos ayudando con la reapertura de escuelas que han estado cerradas durante muchos años.
UNICEF se centra en la matriculación y retención de los niños más vulnerables, en particular los que no asisten a la escuela, y las niñas.
Ayudamos a identificar vías alternativas para el aprendizaje y aumentar las oportunidades de educación para los más difíciles de alcanzar. La visión para los próximos años es inscribir a alrededor del 50% de los niños que no asisten a la escuela, lo que representa alrededor de 1,7 millones de niños.
UNICEF trabaja con el Ministerio de Educación y otros aliados para mejorar la calidad de la educación, construir mejores sistemas educativos y apoyar entornos propicios para el aprendizaje y el desarrollo.
"Todos los niños merecen estar en la escuela. Es la forma más certera de situar al país en un camino más seguro hacia la paz y la prosperidad que el pueblo de Afganistán merece", añade Russell.
Los niños de la guerra
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