Violencia sexual, un terrible legado de la guerra en la República Democrática del Congo

En el informe La infancia en peligro: La República Democrática del Congo, UNICEF pone de relieve las consecuencias que han tenido para los niños y niñas de ese país los largos años de conflicto y desorden. Aún en los lugares de la República Democrática del Congo donde ha cesado la lucha, la violencia sexual sigue lastimando a los niños, las niñas y las mujeres

Más allá de la bruma y los densos bosques que cubren las orillas del Río Congo, en la localidad de Kisangani acampan miles de milicianos y efectivos del ejército gubernamental. Se trata de un osado experimento, cuyo objetivo consiste en integrar pacíficamente a esos antiguos enemigos, lo que constituye un paso fundamental para garantizar la paz futura.

Sin embargo, la presencia de esos ex combatientes es motivo de dolor para las mujeres y los niños y niñas de la región.

"La violencia sexual es aquí cosa de todos los días", afirma Michel Magayane, un trabajador social. "Todos los días ocurren nuevos casos". El Sr. Magayane dice que los culpables pertenecen, en su mayoría, a las fuerzas militares, y cree que en más de un 70% de los casos se trata de violaciones de niños y niñas. La víctima más joven tenía cuatro años de edad.

A pesar de que en Kisangani ya no se combate con las armas, la violencia sexual sigue siendo un terrible legado de la guerra en la República Democrática del Congo.

La violación como arma de guerra

Selina, una niña de 12 años de edad que hoy luce un vestido color rosa con vivos blancos, está sentada en una habitación en penumbras. Las heridas que sufrió a manos de su agresor todavía son evidentes, así como el dolor que siente la niña al contar lo que le sucedió.

"Estaba recogiendo agua cuando sentí que alguien se acercaba por detrás", recuerda. "Noté que se trataba de alguien de uniforme. El hombre cogió una piedra, me la metió en la boca y me arrastró hasta que quedamos ocultos por la maleza". Ninguna de las personas que pasaba por un camino cercano escuchó los gritos de Selina mientras el soldado la violaba. Cuando alguien finalmente acudió en su ayuda, el violador ya había huído.

Aunque la historia de Selina resulte estremecedora, no se trata de un caso excepcional. Se calcula que cientos de miles de mujeres, niños y niñas han sido violados en la República Democrática del Congo, una nación lacerada por la violencia sexual.

"Durante la guerra, las violaciones se usaban como arma para humillar a las mujeres y fracturar a las familias", afirma la profesora Pierra Kalala, una psicóloga que ha trabajado en las regiones del país más afectadas por ese flagelo. "La mayoría de las mujeres viven hoy en un estado de temor".

Los peligros de las enfermedades de transmisión sexual

Las violaciones tienen consecuencias muy graves, especialmente en un país donde la población no cuenta con atención médica adecuada. En esas circunstancias, las violaciones sexuales pueden provocar lesiones físicas permanentes. Con frecuencia, las fístulasno reciben tratamiento y no se detectan los casos de contagio de enfermedades.

Las mujeres violadas huyen de los lugares donde vivían debido al peligro de difamación. En Kisangani, los agresores suelen jactarse de sus "conquistas", y los casos de violencia sexual rara vez son denunciados o procesados.

Los violadores se amparan ensupersticiones locales para llevar a cabo sus terribles acciones. Afirman, por ejemplo, que al violar a una niña de corta edad tendrán más suerte en los negocios o ganarán más dinero. Una niña de nueve años de edad de Kisangani estuvo dos meses internada en un hospital debido a que había sido violada por un adolescente. Hasta la fecha, el agresor continúa burlándose de ella cada vez que la ve. Aquí, los vulnerables viven en la injusticia.

De no modificarse la situación, la República Democrática del Congo tiene entre sus manos una bomba de tiempo. Se calcula que 1,1 millón de habitantes del país viven con el VIH. Las mujeres y los niños y niñas que son violados por los militares corren alto riesgo de contagio de esa enfermedad. Y debido a que el país carece prácticamente de un sistema de atención de la salud, el VIH y el SIDA se propagan muy velozmente.

Para poner fin al azote de la violencia

A pesar de que la situación parece descorazonadora, existen esperanzas. Los niños y niñas están organizando agrupaciones juveniles en las que hablan de diversos temas de importancia, como la violencia sexual. Al referirse de manera franca a esos temas delicados, los niños y niñas confrontan al mundo adulto por los sufrimientos que reciben y también se protegen de los peligros que les acechan.

Los niños y niñas debaten abiertamente temas como el VIH/SIDA y distribuyen panfletos sobre las maneras en que pueden protegerse de las agresiones sexuales. También tratan de conversar sobre esos temas en sus casas, con sus padres y otros adultos. Sin embargo, algunos creen que los adultos aún no escuchan a los más jóvenes.

El Sr. Magayane opina que la responsabilidad de poner fin al azote de la violencia le corresponde a quienes vivieron los años de guerra. "Lo que nos preocupa es que los adultos deberíamos estar protegiendo a la infancia. Y lo que estamos haciendo es matar a nuestro propio futuro".