Vacunamos a los niños con "cero dosis" en Bangladesh
La vacunación infantil es una prioridad en el trabajo de UNICEF, nos trasladamos a donde haga falta para que ningún niño se quede atrás.
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24/04/2023
Estamos en Bandarban, Bangladesh. Allí, cada mañana, cuando el clima lo permite, un equipo de trabajadores de la salud de la clínica Thanchi se pone en marcha rumbo a los pueblos remotos en lo alto de Chittagong Hill Tracts. Su objetivo: alcanzar a los niños y niñas que aún no han recibido las vacunas que necesitan para protegerse contra enfermedades prevenibles.
Por la mañana, bien temprano, empieza la jornada en la propia clínica. Hay que preparar cuidadosamente las dosis de vacunas que van a llevar. Es importante tener controlados los refrigeradores portátiles en los que las vacunas harán el viaje, mantener la temperatura fría es clave para su conservación. En torno a las 7 de la mañana ya están listos para coger el taxi local que los llevará a orillas del río Sangu.
El viaje a través del río se debe hacer en bote y, dependiendo del destino final, puede alargarse hasta cuatro horas. Solo les acompaña el ruido del motor, las olas que produce el barco y el canto de los pájaros.
© UNICEF and CDC/UN0723048/Monir
Pueblo a pueblo, todos los niños vacunados
El equipo se divide para dar cobertura al mayor número de niños y niñas posible. Cada trabajador de la salud visita un número determinado de poblaciones. Uno de ellos, Ubahine, sube la colina hasta Manglongpara.
Desde allí nos cuenta que las extensas colinas están escasamente pobladas, así que conoce a casi todos en su área de cobertura. Su primera parada es la casa del líder de la comunidad, donde establece un punto de vacunación que se convertirá en la base desde donde se irá moviendo a pie hacia las otras aldeas.
La geografía complica el acceso a los niños con "cero dosis"
Naiyu, de cuatro meses, no ha recibido una sola dosis de vacuna. Esto quiere decir que, a su edad, ha omitido cuatro vacunas recomendadas para protegerse contra nueve enfermedades: la tuberculosis, la tos ferina, la poliomielitis y el sarampión, entre otras.
"Cuando nació mi hijo intenté vacunarlo, pero donde vivíamos no había ningún sitio donde hacerlo. Hace poco regresamos a nuestro pueblo natal y esta es la primera sesión de vacunación", dice la madre de Naiyu.
En Bangladesh, los progresos en materia de inmunización y salud infantil han sido notables en los últimos 40 años. La cobertura nacional de vacunación alcanza al 84% de los niños y niñas menores de un año.
Sin embargo, los niños que viven en las zonas más remotas del país tienen menos posibilidades de recibir las vacunas que necesitan para llevar una vida saludable. Muchos padres, como el de Naiyu, no pueden permitirse viajar a los centros de vacunación o no pueden llevar a sus hijos a las sesiones de inmunización durante su jornada laboral.
Y ya conocemos las consecuencias, cuando los niños y niñas no reciben las vacunas de rutina, las enfermedades pueden resurgir.
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Un sistema para rastrear las dosis omitidas
Shaki es compañero de trabajo de Ubahine. Él se encarga de registrar los nacimientos de los bebés que nacen en las colinas.
"Estos registros que llevamos nos permiten saber qué vacunas administrar a cada niño y en qué día. Después de cada sesión reviso los libros y veo quién faltó a una cita. Si no podemos comunicarnos con los padres por teléfono, vamos a sus casas. Repetimos el proceso hasta que el bebé esté completamente inmunizado", explica Shaki.
El trabajo se complica durante las temporadas de cultivo y cosecha ya que las familias se trasladan a vivir en sus granjas más arriba en las colinas. Aunque entienden la importancia de la atención sanitaria, es difícil para ellos el desplazamiento. Como conclusión, los niños acaban perdiendo las sesiones de inmunización.
Esto lleva a los trabajadores de la salud a tener que hacer el largo viaje varias veces, volviendo a visitar las mismas áreas para garantizar que todos los niños quedan vacunados.
Las desigualdades recaen sobre los niños
Las dificultades para vacunar a los niños no solo se encuentran en las familias de las zonas rurales. Los padres que viven en las ciudades, como los que trabajan largas horas en fábricas u otros trabajos de bajos ingresos, también se enfrentan a ciertos obstáculos para acceder a los centros de salud.
Los trabajadores de la salud en el área de Daca intentan paliar esta situación con servicios de recuperación puerta a puerta, organizando citas para garantizar que los niños de familias urbanas vulnerables tienen el mismo acceso a las vacunas y servicios sanitarios.
Fatema es madre de tres hijos y trabajadora doméstica. "Trabajo en tres hogares para llevar comida a la mesa de mis hijos. No tengo un día libre", dice. "Quiero hacer tiempo para cosas que son buenas para mis hijos, pero no puedo permitirme faltar al trabajo".
Mohammadpur, al contrario que Thanchi, es una zona residencial densamente poblada, hogar de más de 350.000 personas. Allí, Hadiyat, de cuatro meses, hijo menor de Fatema, también es un niño con "cero dosis".
Hubo que visitar la casa de Fatema varias veces hasta que lograron dar con ella y acordar un horario para la cita en la clínica. Al igual que los bebés con cero dosis en Chitagong Hill Tracts, Hadiyat ahora está al día con sus vacunas, gracias a los servicios puerta a puerta.
© UNICEF and CDC/UN0723049/Monir
Gracias al programa de inmunización de Bangladesh, menos del 1% de los niños y niñas menores de un año son niños con cero dosis. Sin embargo, en un país tan poblado como este, significa que todavía hay 30.000 niños menores de un año que no han recibido una sola dosis de vacunación.
UNICEF adquiere y distribuye todas las vacunas infantiles para Bangladesh. En 2022 entregamos 173 millones de dosis, lo que alcanzaba un valor de más de 70 millones de euros.
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