Un gran paso en Uganda: de trabajar y vivir en la calle a asistir a la escuela
En Uganda se estima que en torno a 10.000 niños viven y trabajan en la calle. La mayor parte procede del distrito de Napak, en la región de Karamoja, en el noreste de Uganda. John Bosco, de 15 años, ha pasado por esta situación y nos cuenta su historia. Hoy día, tras un duro proceso, va la escuela, juega al fútbol y vive con sus familiares.
John Bosco, como tantos otros niños en el país, dejó su hogar en Karamoja en 2005 tras perder a sus padres. Un pariente le sugirió que fuera con él a Kampala, la capital, para trabajar y conseguir dinero para pagar la escuela.
Sin embargo, las cosas en el nuevo destino se complicaron: "La vida en Kampala es muy difícil, porque algunas personas nos golpean por el mero hecho de pedir dinero en la calle".
Microcréditos para evitar la emigración
La mayoría de los niños que emigra lo hace debido a la inseguridad, las duras condiciones climáticas y la pobreza.
Para atajar este problema, el Representante de UNICEF en Uganda, Sharad Sapra, afirmó que UNICEF y sus aliados están usando unenfoque de dos vías para ayudar al gobierno ahacer frente a la migración de los niños de Karamoja a diferentes centros urbanos.
"La mayoría de los problemas que empujan a los niños fuera de Karamoja están relacionados con causas económicas. Por esta razón, UNICEF apoya los programas del gobierno de Uganda, comomicrocréditos, agricultura y otros proyectos que tienen como objetivo motivar a las comunidades a participar en actividades que aumenten sus ingresos y mejoren sus vidas, en lugar de enviar a sus hijos a la ciudad", afirmó Sapra.
Iniciativas tecnológicas
UNICEF también está aprovechando laconectividad existente en Uganda para promoverherramientas que los niños puedan usar para estar conectados, acceder a la información y adquirir conocimientos.
"Esperamos trabajar con los aliados del sector privado, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil para ampliar estas iniciativas en todo el país, incluso en Karamoja, de manera que los niños puedan acceder a la tecnología allá donde estén, lo que reduce la atracción de la emigración", dijo Sapra.
Para Bosco las cosas cambiaron para mejor en 2007, cuando dejó las calles de la capital con otros niños y mujeres. A todos ellos se les ofreció asistencia médica y volvieron con sus familiares. Ahora Bosco asiste a la escuela y juega en el equipo de fútbol, está feliz y sueña con un futuro prometedor.