Un año después, tres nuevas sonrisas

Ya ha pasado un año del devastador terremoto en Afganistán y UNICEF sigue ayudando a las comunidades con nuevas aulas y espacios seguros para la infancia.  

Naghma juega en uno de los espacios amigos de la infancia de UNICEF.

Naghma sonríe en uno de los espacios amigos de la infancia de UNICEF en Afganistán. © UNICEF/UNI399796/Bidel

12/07/2023

Ellos son Naghma, Gulaba y Kefayat, dos niñas y un niño de las provincias de Paktiká y Jost, en Afganistán. Tres rostros entre los cientos de afectados por el devastador terremoto de junio del año pasado, que les hizo perder a miembros de su familia, sus casas y sus pertenencias.

Pero, afortunadamente, muchas cosas han cambiado a lo largo de un año.

Las horas que se dedicaban a la recogida de agua, dieron paso al tiempo con la familia. Los sentimientos de soledad cambiaron por nuevas y felices amistades. Los desalentadores días en casa se volvieron alegres, llenos de curiosidad y de descubrimientos. 

Hoy queremos contarte estas motivadoras historias de niños y niñas que apoyamos en Afganistán:

Naghma

Con una brillante sonrisa y deslumbrantes ojos azules, rodeada de juguetes y amigos, esta niña irradia felicidad. En la habitación destacan las risas y los juegos. 

Naghma tiene 7 años y el año pasado perdió a su padre en el terremoto. Desde entonces, ha encontrado el alivio que necesitaba en un espacio amigo de la infancia, uno de los 24 que UNICEF puso en marcha en Paktiká y Jost inmediatamente después de la tragedia. 

Este espacio adaptado al bienestar de los niños y niñas está liderado por una trabajadora social, una de las 30 que UNICEF desplegó el año pasado para ayudar a las familias a superar el trauma que les ocasionó el terremoto. 

Naghma corre hacia este centro todas las mañanas. Allí ha descubierto no solo diversión y amistad, sino también un espacio seguro donde puede expresar sus emociones mientras hace el duelo por la pérdida de su padre. 

"Me entristece que perdimos nuestro hogar y aún lloramos por mi padre", admite. Pero Naghma ha ganado en seguridad en si misma, quizás un tanto precoz. 

Nos cuenta que recibió lápices para colorear y un cuaderno aunque le hubiera gustado tener una de las mochilas azules de UNICEF. 

"He aprendido tantas cosas aquí, vengo todos los días con mi hermano y estamos contentos", añade. 

Gulaba

Gulaba estudia en una de las nuevas aulas comunitarias que estableció UNICEF.

Gulaba aprende a leer y escribir en una de las nuevas aulas comunitarias puestas en marcha por UNICEF. © UNICEF/UNI399878/Bidel

"Antes de tener acceso a esta clase, no sabía nada", afirma esta niña. 

El año pasado, Gulaba y su familia lo perdieron todo: su casa, su ganado y también a su hermana pequeña de 10 años. Se sentía desmotivada, no tenía con qué ocupar su tiempo y sobre todo estaba triste. 

Pero un año después, Gulaba muy decidida, se pone de pie frente a toda su clase. 

En Gayan y otras cuatro comunidades afectadas por el terremoto, UNICEF estableció 140 nuevas aulas para que los niños y niñas pudieran continuar con su aprendizaje. 

Para más de 3500 niñas como Gulaba, era la primera vez que se incorporaban a la educación formal. Con sus 9 años, Gulaba coge su primer libro, hace los ejercicios con sus propios lápices y cuadernos y aprende a leer. 

"Estoy feliz de aprender con los libros de segundo", dice con una tímida sonrisa. 

Kefayat

Kefayat, de 9 años, de Afganistán, aprende a leer y escribir.

Kefayat, de 9 años, aprende a leer y escribir en Afganistán gracias a la ayuda de UNICEF. © UNICEF/UNI401555/Bidel

Este niño de 9 años solía pasar los días en la montaña, dando vueltas sin rumbo, pastoreando cabras o recogiendo palos para hacer leña. 

Entre las colinas, a horas de distancia de los caminos pavimentados, Mir Sarap es uno de los pueblos más remotos de la provincia de Jost. El año pasado, después del paso del terremoto por estas montañas, UNICEF estableció nuevas aulas comunitarias para 6500 niños y niñas que nunca antes habían pisado la escuela. 

Kefayat estaba esperando esta oportunidad para aprender y ahora destaca en su clase de segundo, sin miedo a levantar su mano. 

"Me dieron mochila y libros y aprendí a leer y escribir", afirma.

Se sienta siempre en la primera fila, lo que hace evidente su entusiasmo por aprender. No necesita indicaciones de su profesor para abrir su libro de ejercicios. Su bolígrafo expectante en cada página vacía. Atento. Con muchas ganas de escuchar la lección de cada día. 

"Hace solo un año no podía leer ni escribir, UNICEF puso en marcha esta clase y en el último año he progresado mucho". 

En Afganistán el 60% de las niñas y el 46% de los niños en edad de asistir a la escuela primaria no asisten actualmente a ningún nivel de educación1.

La educación de los niños y niñas es una prioridad de nuestro trabajo en el país. Solo en mayo pasado, UNICEF dio acceso a la educación a 573.188 niños (59% niñas) estableciendo 17.856 aulas comunitarias en 30 de las 34 provincias. Así, estos niños podrán continuar con sus estudios.  

Además, distribuimos materiales para facilitar la enseñanza y el aprendizaje, como libros de texto para escuelas públicas, llegando a 1.658.437 niños (38% niñas).

Conocemos la importancia de recibir una educación de calidad y por ello no los vamos a dejar solos. ¡Tú puedes ayudarnos a impulsar los derechos de los niños y niñas de Afganistán!

1 Encuesta agrupada de indicadores múltiples de Afganistán (MICS), 2022-23

Veronica Houser

UNICEF Afganistán

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