Soluciones para acabar con la mutilación genital femenina

Soluciones para acabar con la mutilación genital femenina

En África muchas comunidades están poniendo fin a la práctica de la mutilación genital femenina, a pesar de las fuertes trabas sociales que existen, según el informe Cambio Social: hacia el abandono de la Mutilación Genital Femenina en 5 países de África.

El informe (PDF, en inglés), del Centro de Investigación Innocenti de UNICEF, muestra las condiciones y las estrategias necesarias para lograr el consenso de las comunidades para erradicar esta práctica.

Según el informe, la base del éxito de estas iniciativas está en no juzgar a las comunidades, sino en trabajar con ellas directamente para reforzar los aspectos positivos de la cultura local.

Clave: implicación de los líderes de la comunidad

El informe examina las estrategias prometedoras para el abandono de la mutilación genital femenina que llevan a cabo comunidades en Egipto, Etiopía, Kenia y Sudán.

La implicación de los miembros más respetados de la comunidad (líderes religiosos, locales, redes sociales e instituciones) es clave para acabar con esta práctica, tal y como se pone de manifiesto a través de los programas que están teniendo mayor éxito. Además, son necesarias reformas legislativas, implementación de políticas nacionales e implicación de los medios de comunicación.

“La decisión de una familia de abandonar o practicar la mutilación genital femenina está directamente relacionada con la recompensa o la recriminación social”, comenta Gordon Alexander, Director del Centro de Investigación Innocenti de UNICEF.

“Entender las diferentes dinámicas sociales que perpetúan esta práctica, está cambiando el enfoque con el que se aborda su erradicación. No existe una única respuesta, ni solución. Pero se está progresando. Ahora es el momento de ampliar estos esfuerzos y conseguir cambios en las vidas de las niñas”.

Una práctica arraigada a la tradición

En el mundo se mutila cada año a millones de niñas. Esta práctica constituye una seria violación de sus derechos humanos, y puede tener graves consecuencias en su salud a largo plazo, como hemorragias, problemas urinarios, complicaciones en el parto y la muerte de recién nacidos.

Sin embargo, en las comunidades donde se practica se ve como un acto necesario. El no llevar a cabo esta práctica puede suponer la exclusión social y la desaprobación por parte de la comunidad. La religión, la tradición y la cultura suelen ser los motivos más frecuentes en los que se basan las familias para llevar a cabo esta práctica.

A pesar de los avances logrados en los programas llevados a cabo en las comunidades, sobre todo en Senegal, los índices de prevalencia aún son muy altos en Egipto, Etiopía y Sudán. Se aprecian, sin embargo, cambios de comportamiento significativos y el cuestionamiento sobre la necesidad de continuar con esta práctica.

La cifra de mujeres mutiladas oscila entre 70 y 140 millones. En África se calcula que cada año 3 millones de niñas y mujeres corren el riesgo de ser mutiladas. Esta práctica se lleva a cabo también en algunos países de Asia, Oriente Medio y, en menor medida, en comunidades de inmigrantes en Europa, Australia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.