Proteger a los menores refugiados de la violencia, el abuso y la explotación

Los menores son uno de los colectivos más vulnerables de entre los 50 millones de refugiados y desplazados que hay en todo el mundo. Expertos, profesionales y representantes institucionales, como la Representante Especial de la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas para la Violencia contra los Niños, Marta Santos Pais, han dado respuestas a las dificultades y retos que enfrentan los menores refugiados que llegan al Viejo Continente, en el marco del congreso ?Infancia y Protección Internacional en Europa: Niños y Niñas refugiados y beneficiarios de protección subsidiaria? celebrado en Madrid.

“Para acabar con la violencia contra los menores hay que combatir la impunidad, invertir en el cambio de actitud, ofrecer mejoras económicas y sociales y dar a los menores la capacidad de intervenir contra las violaciones de sus derechos”. Estas son algunas de las soluciones propuestas por Santos Pais, ex Directora del Centro de Investigaciones Innocenti de UNICEF y con una trayectoria de más de 25 años a sus espaldas sobre temas de infancia, para afrontar el desafío de la protección internacional de los menores que huyen de sus países por la violación de sus Derechos Humanos.

Del total de refugiados, casi la mitad son niños. Debido a los últimos conflictos y guerras, más de dos millones de menores han muerto y seis millones han resultado heridos. Otros muchos han perdido a sus padres o, en la confusión de la huida, se separaron de sus progenitores para no volverse a encontrar. Así es para un millón de huérfanos.

A veces son secuestrados y obligados a luchar como niños soldado o a trabajar como esclavos sexuales. Alrededor de 300.000 niños se encuentran en esa situación. Algunos de estos menores logran llegar a España o a otros países europeos huyendo de tan dramático destino, pero son muy pocos los que consiguen protección en nuestro continente.

Son numerosos los obstáculos y dificultades a los que se enfrentan los menores refugiados que llegan a Europa. Se trata de personas especialmente vulnerables por su minoría de edad, por no estar acompañados de un adulto que se responsabilice de ellos, por ser extranjeros que no gozan de plenos derechos, y por vivir con el temor de ser perseguidos si son devueltos a su país.

 Testimonios desgarradores

Así lo han relatado en primera persona los verdaderos protagonistas, jóvenes que llegaron a nuestro país siendo menores, en busca de protección. Como João, antiguo niño soldado, secuestrado y obligado a combatir forzosamente en la guerra civil que asoló Angola hasta el año 2002, o como Arash, quién con 12 años huyó de un reclutamiento forzoso a finales de los años 80, durante la cruenta guerra entre Irán e Irak.

Con el apoyo de diversas organizaciones y entidades especializadas en asilo, y grandes dosis de esfuerzo personal, ambos jóvenes lograron salir adelante en España y rehacer sus vidas con éxito. Se calcula que el número de menores extranjeros no acompañados en España ronda los 5.500, de los cuales apenas 20 han llegado a solicitar asilo en 2009, mientras que en el resto de la Unión Europea y países industrializados lo hicieron 20.000 menores.

“Es imperativo, ético y jurídico garantizar los derechos de todos los niños, especialmente de los menores refugiados, y protegerles de cualquier forma de abuso, violencia o explotación. Es un fenómeno que no conoce fronteras. Ocurre en entornos como la familia, la comunidad, la escuela… y también en los procesos migratorios mixtos, en los países de origen, de tránsito y de acogida”, subrayó Santos Pais.

Para paliar la situación de desamparo y discriminación a la que se enfrentan a diario los menores refugiados, abogó por invertir en “tener una visión y estrategia nacionales claras, prohibir este tipo de prácticas en todas las legislaciones y contar con datos estadísticos e informes”.

En este sentido, recordó que Naciones Unidas acaba de poner en marcha una campaña para conseguir, de aquí a 2012, que todos los países del mundo ratifiquen y apliquen los dos Protocolos Facultativos de la Convención sobre los Derechos del Niño: el Protocolo Facultativo relativo a la participación de los niños en los conflictos armados y el Protocolo Facultativo relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía.