CADA DÍA 4000 NIÑOS MUEREN POR FALTA DE AGUA POTABLE Y SISTEMAS DE SANEAMIENTO

Esta emergencia, silenciosa e ignorada por los medios de comunicación, condena más vidas que las crisis de Irak y Darfur juntas. Existen soluciones sencillas y de bajo coste para este grave problema, pero en muchos casos no hay voluntad política. Un informe conjunto de UNICEF y la OMS analiza los progresos realizados en la materia y advierte sobre las dramáticas consecuencias de la falta de acción

En la Cumbre del Milenio de 2000, los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM). Las metas referidas a agua y saneamiento establecen que la proporción de personas en todo el mundo que carecen de acceso al agua potable y a instalaciones de saneamiento adecuadas debe reducirse a la mitad entre el año 1990 y el año 2015. El informe “Alcanzar los ODM en materia de agua potable y saneamiento”, elaborado por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, presenta hoy los progresos alcanzados a medio plazo.

Los datos que presenta el informe no son del todo esperanzadores, ya que si bien se han alcanzado progresos notables en regiones concretas (como la India o China), las disparidades parecen aumentar en el mundo en su conjunto. Los avances logrados demuestran que el objetivo establecido por las Naciones Unidas en materia de agua y saneamiento es alcanzable, pero que lamentablemente la falta de compromiso político y la escasa inversión en proyectos de desarrollo sostenible en este área amenazan el éxito de las actividades destinadas al desarrollo.

Más de 2.600 millones de personas, lo que supone más de un40% de la población mundial, carecen de saneamiento básico y más de 1.000 millones siguen utilizando para beber fuentes de agua no aptas para el consumo. Estas carencias afectan principalmente a las zonas rurales de África y Asia, aunque se están detectando preocupantes retrocesos en la cobertura de servicios básicos en algunas regiones industrializadas, como es el caso de la ex Unión Soviética. El progresivo aumento demográfico, unido a la creciente urbanización están aumentando la disparidad entre las zonas rurales y tugurios urbanos respecto a las ciudades. Sin un compromiso político claro al respecto, la suerte de millones de personas queda abandonada a la precariedad de unas instalaciones que son insuficientes, cuando no inexistentes.

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Los niños son los primeros en sufrir las terribles consecuencias de este abandono. La diarrea acaba con la vida de millones de niños cada año y las malas condiciones sanitarias y la falta de agua potable se encuentran entre las causas latentes de los 10 millones de muertes infantiles anuales que hay actualmente en el mundo. Enfermedades tan graves como el gusano de Guinea o la polio se difunden rápidamente en ambientes con servicios básicos precarios. Como mínimo, la amenaza constante de estas y otras enfermedades priva a los niños y niñas de la vitalidad que necesitan para un desarrollo físico e intelectual adecuado, y en demasiados casos se producen graves secuelas como ceguera, parálisis o muerte.

La situación es incluso más grave para las niñas, ya que estas carencias aumentan su marginación y les causan problemas de salud específicos. Si preguntáramos a cualquier persona qué puede suponer un verdadero avance para la igualdad de la mujer, la respuesta seguramente no sería “una letrina”. Sin embargo, es difícil exagerar acerca del impacto negativo que la carencia de algo tan aparentemente irrelevante tiene sobre la dignidad, la salud, la educación y la igualdad de mujeres y niñas. Por ejemplo, muchas niñas no pueden ir a la escuela, por que no hay letrinas para ellas, un problema que supone un desperdicio de su potencial intelectual y económico.

A esto hay que sumar que tradicionalmente son las mujeres y las niñas las encargadas de ir en busca de agua para el consumo de la familia. Se calcula que sólo en África se pierden más de 40.000 millones de horas de trabajo debido a la necesidad de buscar agua potable. Se estima que por cada euro invertido en mejoras de los sistemas de agua y de saneamiento, los beneficios económicos podrían llegar hasta los 34 euros, en función del país y de la inversión realizada.

Algunas soluciones sencillas pueden salvar muchas vidas a muy bajo coste. Son solo un primer paso, que no exime a los gobiernos de su responsabilidad en materia de suministros, pero suponen grandes avances en la vida de muchas personas. UNICEF trabaja en la actualidad colaborando con las comunidades locales para introducir mejoras significativas y sostenibles:

  • Favorece y asiste en la construcción de pozos, fuentes y letrinas para las comunidades, incluyendo las escuelas.
  • Educa a las familias para que incluyan hábitos de higiene básicos en el hogar.
  • Promueve ante los gobiernos estatales y locales la importancia del agua y el saneamiento para la salud y les ayuda a ampliar el alcance y la efectividad de los servicios básicos.
  • Da prioridad a los niños, que son los más vulnerables ante la falta de servicios. Trabaja en colaboración con las comunidades, especialmente con las mujeres y niños más desfavorecidos, para planificar, poner en marcha y mantener sistemas de agua y saneamiento efectivos.
  • Juega un papel esencial cuando el agua y el saneamiento se ven amenazados por crisis como los desastres naturales o los conflictos armados. La posibilidad de acceder a servicios de agua y saneamiento durante las emergencias puede prevenir muchas muertes y proporciona una base segura para reconstruir sus vidas tras la tragedia.