Os prometo 25 segundos para acabar con la neumonía

Por Sara Collantes, Responsable de Seguimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de UNICEF España

La neumonía es de esas enfermedades que nos resultan relativamente familiares, sobre todo si te mueves en entornos con niños pequeños. Yo cada invierno escucho algunos casos de ingresos en el hospital por esta enfermedad o de visitas nocturnas a urgencias cuando las toses se tornan demasiado ruidosas…

Es verdad que cuando me lo cuentan, me brota un gesto de cierta preocupación. Está claro que no es un simple resfriado. Pero inmediatamente lo relativizo y me cambia la cara: “¿Cuántas veces he escuchado yo que haya muerto un niño de mi entorno por neumonía?... ¡Pues nunca! El tratamiento que sea tiene que funcionar bastante bien…” Termino deseando que se mejore el hijo de mi amiga, y me atrevo a continuar sobre la marcha la conversación por otros derroteros, sin el menor remordimiento.

No sé yo si podría seguir la conversación tan alegremente si pensara dos veces y tomara conciencia de algo que como trabajadora de UNICEF sé: que la neumonía se lleva cada año la vida de 1.300.000 niños menores de 5 años en muchas zonas del mundo.  Da vértigo intentar asimilar esta cifra, buscar referencias de colegios, circos, parques con capacidad para tantos niños…

Hoy, Día Mundial contra la Neumonía, me siento interpelada de una forma especial. No se trata de una enfermedad cualquiera. La neumonía es nada más y nada menos la primera causa de mortalidad infantil. Ahí va eso. Trago saliva para intentar digerir que, cada 25 segundos, el corazón de un niño deja de latir por esta causa. 25 segundos, 25 pasos de mi paseo por el parque el domingo pasado. Lo que tardo en llamar al ascensor y bajar a la calle.

La neumonía no es la típica enfermedad desconocida ante la que podría sentirme impotente. Está en el extremo opuesto: es la más remediable. Se puede tratar con amoxicilina (que reconozco sin ser sanitaria, ¡tengo una caja caducada en casa!) y también prevenir, aunque todo depende de donde vivas, claro.

En las regiones más pobres del planeta, muchos niños no pueden conseguir este antibiótico que es tan accesible para nosotros. No reciben vacunas contra enfermedades asociadas (como el sarampión), ni disfrutan de condiciones de vida básicas para impedir que la neumonía les arranque la vida: alimentos suficientes y adecuados, cobijo salubre y seguro, agua potable, abrigo… A veces, sólo se trataría de conseguir que las mamás conociesen que amamantando a sus hijos pueden protegerlos. Oextender el uso de la amoxicilina, que salvaría más de 1 millón y medio de vidas infantiles en 5 años.

Es posible acabar con estas muertes infantiles. Esto lo he escrito en muchas ocasiones, pero ahora me lo repito pausadamente a mí misma …De repente, descubro que es la ocasión perfecta parahacerle mi promesa a los niños del mundo. Lo tenía pendiente… imagino que por miedo a no cumplirla…

“Os prometo que cada vez que escuche la palabra neumonía en una conversación, voy a contar hasta 25, callarme en señal de indignación, explicar por qué lo hago y pensar en un nuevo gesto solidario, aunque sea pequeño, para acabar con esta causa absurda de mortalidad infantil”.

¿Me lo recordareis?