Crisis de Siria: niña, refugiada, madre y esposa

UNICEF Comité Español

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"Llevo cuatro años viviendo en Zaatari. Tardé un día caminando desde mi país, fue muy duro", me dice Rwan, una joven refugiada siria de 19 años de edad. Cuatro años son 1.460 días en esta enorme llanura seca en medio de un desierto en el que hay una sola vista: miles de contenedores blancos en fila donde viven las familias que han huido del atroz conflicto en Siria.

 
Creo que ninguno de nosotros hubiéramos elegido jamás vivir aquí. Los niños tampoco. Y Rwan tampoco habría elegido casarse a los 15 años y ser madre tan joven. Miles de niñas sirias se han visto obligadas a casarse a temprana edad. Un hijo menos en una familia siria significa una boca menos que alimentar.

Conocemos a Rwan en un centro de UNICEF donde adolescentes como ella, casadas y con hijos, vienen a compartir su situación, a recibir apoyo psicosocialconsejos nutricionales para sus hijos y un lugar en el que estar tranquilas. "Les quita mucho estrés venir aquí cada día. Es un ambiente en el que hablan libremente de todo", nos dice Randah, la responsable del programa. Rwan tiene a sus pies a su hijo Shabi, de año y medio. Creo que no le he gustado porque cada vez que le miro se pone a llorar.

CRISIS DE SIRIA: URGE PROTEGER A LOS NIÑOS REFUGIADOS SIRIOS

El centro es un lugar agradable. Hay una pista de baloncesto, un columpio y salas de pintura. Los niños invaden de alegría cualquier lugar en el que están y este no es menos. Su capacidad de superación jamás dejará de asombrarme. Pero hay heridas profundas por la violencia que han presenciado. Me pregunto cuántos años tardarán en reponerse.

Es urgente seguir protegiendo a niños y niñas refugiados sirios como Rwan, y continuar dándoles la oportunidad de estudiar. Es lo que llevamos haciendo en Siria y los países vecinos durante cinco años. Desafiando al destino y convencidos de que otro futuro tiene que ser posible para ellos.

"No me hagas fotos por favor, solo a mi hijo". Aprovecho ahora que está dormido. Rwan y sus amigas caminan de vuelta a sus casas, a sus rutinas. Siria está solo a 12 kilómetros. Quieren volver a toda costa. Y, ¿quién no querría estar en su país?

Mientras, en Europa, tanto en la vida pública como social se debate sobre la suerte de los refugiados. Si dejaran de ser una multitud sin nombre -"los refugiados"- para nosotros y conociéramos sus historia de cerca, quizá, solo quizá, pensaríamos distinto. 

Post por Diana Valcárcel, directora de comunicación de UNICEF España