"En Sudán se ha producido el mayor desplazamiento de niños y niñas del mundo” 

Declaraciones de James Elder, portavoz de UNICEF, en la rueda de prensa celebrada hoy en el Palacio de las Naciones de Ginebra. 
James Elder durante la rueda de prensa

Material audiovisual disponible:

  • Declaraciones en vídeo de James Elder, portavoz de UNICEF, en la rueda de prensa del Palacio de las Naciones de Ginebra, AQUÍ
  • Imágenes de la crisis en Sudán y Chad, AQUÍ

GINEBRA, 9 de febrero de 2024 - "Hace 300 días se desató una oleada de atrocidades contra los niños y niñas de Sudán. Esto es parte de lo que ha ocurrido:
Primero: en Sudán se ha producido el mayor desplazamiento de niños y niñas del mundo. Cuatro millones de niños han sido desplazados. Eso son 13.000 niños cada día durante 300 días. La seguridad, perdida. Las posesiones terrenales, desaparecidas. Amigos y familiares separados o perdidos. La esperanza se desvanece.

Segundo: Las consecuencias de los últimos 300 días significan que es posible que más de 700.000 niños y niñas sufran la forma más mortífera de desnutrición este año. No podremos tratar a más de 300.000 de ellos sin un mejor acceso y apoyo adicional. Es probable que decenas de miles de niños y niñas mueran.

Tercero: se ha producido un aumento del 500% en los casos de asesinatos, violencia sexual y reclutamiento con respecto a hace un año.

Eso equivale a cifras aterradoras de niños y niñas asesinados, violados o reclutados. Y estas cifras sólo son la punta del iceberg.

Cuarto: dos tercios de la población carecen actualmente de acceso a la atención sanitaria.

Se trata, pues, de una guerra que destruye los sistemas de salud y nutrición, y eso significa matar personas. Esta es una guerra que destruye el concepto de respeto por las leyes de la guerra –el derecho internacional humanitario–, y eso es matar gente. Es una guerra que destruye la capacidad de las familias para alimentarse y protegerse, y eso es matar gente. 

Pero también es una guerra que destruye oportunidades, y eso destruye un país y el futuro de toda una generación.
El verdadero coste de la guerra no se mide solo en víctimas, sino también en la pérdida de capital intelectual, y esta guerra corre el riesgo de condenar a Sudán a un futuro carente de aprendizaje, innovación, progreso y esperanza.

La última vez que estuve en Darfur fue hace 20 años. Este regreso ha sido, por desgracia, un déjà vu de lo más mortífero. Pero para los niños y las niñas de Darfur, así como para los jóvenes adultos que una vez fueron niños y niñas en Darfur, ha sido algo peor: la desesperanza.

Cuando regresé la semana pasada -escuché historias de muertes por causas nutricionales y muertes por violencia- también conocí a innumerables veinteañeros para quienes los sueños habían desaparecido.

Estos jóvenes eran niños y niñas pequeños durante las masacres de Darfur de hace 20 años. De algún modo, sus familias los mantuvieron a salvo en medio de aquel horror.En los 20 años siguientes se aferraron a la vida.

Las personas que conocí – tanto en Darfur como los refugiados recién llegados a Chad –, habían estudiado o estaban estudiando economía, ciencias médicas, ingeniería, informática. Sin embargo, en el caos de esta guerra, las mentes más brillantes se han visto obligadas a abandonar sus estudios, con sus ambiciones destrozadas.

Como me dijo Haida, de 22 años, en Darfur: "Tenía un sueño: estudiar medicina. Estaba viviendo ese sueño. Ahora no tengo nada. No sueño. La tristeza es mi amiga".

Ahmed, 20 años, ahora en Farchana, Chad: "Aquí no puedo permitirme soñar".

¿Cómo salir entonces de esta pesadilla y volver a despertar sus sueños? Los que están en el poder tienen que negociar un alto el fuego y garantizar que la ayuda deje de estar bloqueada. Los de la región tienen que mostrar liderazgo. Los países donantes deben mostrar compasión y humanidad.

Pero sin señales de un alto el fuego, debemos centrarnos en dos cosas: 1. Acceso humanitario seguro, sostenido y sin obstáculos a través de las líneas de conflicto y de las fronteras; 2. Apoyo internacional para ayudar a mantener los servicios esenciales de los que dependen los niños y niñas para sobrevivir. Actualmente no tenemos ni lo uno ni lo otro.

En 2024, UNICEF solicita 840 millones de dólares para prestar asistencia humanitaria a 7,6 millones de los niños más vulnerables de Sudán. A pesar de la magnitud de las necesidades, el año pasado no se consiguieron los fondos que UNICEF solicitaba para casi tres cuartas partes de los niños.

En medio de tantos niños y niñas ignorados, es importante recordar lo que hacen las familias y las comunidades: la mayoría de los trabajadores sanitarios de Sudán no han cobrado un céntimo desde que empezó la guerra. Pero vienen a trabajar para ayudar a sus comunidades en Sudán. Las comunidades de Chad, ya desesperadamente escasas de alimentos y agua, comparten lo que pueden con los refugiados.

La gente utiliza hasta el último gramo de fuerza y resistencia para sobrevivir y mantener a sus comunidades. Sin embargo, los sudaneses se sienten cada vez más abandonados por el mundo.

Cuando se trata de los niños, niñas y jóvenes de Sudán, el mundo tiene que dejar de mirar para otro lado. ¿Dónde queda nuestra humanidad colectiva si permitimos que esta situación continúe?"

Para colaborar con el trabajo de UNICEF en Sudán: https://www.unicef.es/causas/emergencias/sudan

Acerca de UNICEF
UNICEF trabaja en algunos de los lugares más difíciles para llegar a los niños y niñas más desfavorecidos del mundo. En 190 países y territorios, trabajamos para cada niño, en todas partes, cada día, para construir un mundo mejor para todos.

Para más información:
Elena María Hernández Martínez
UNICEF España, Tel: 608 51 76 05 
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