El conflicto y la pandemia de COVID-19 representan una amenaza importante para la vida en Libia

NUEVA YORK / GINEBRA / ROMA, 13 de mayo de 2020 - La salud y la seguridad de toda la población del país están en riesgo.

Cerca de 400.000 libios se han visto forzados a desplazarse desde el inicio del conflicto hace nueve años. Alrededor de la mitad de ellos lo hicieron en el último año coincidiendo con el ataque a la capital, Trípoli.

A pesar de los repetidos llamamientos para un alto el fuego humanitario, incluso por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, las hostilidades continúan sin cesar, lo que dificulta el acceso y la entrega de suministros humanitarios básicos. Los trabajadores humanitarios enfrentan desafíos importantes todos los días para continuar con su misión. En marzo de 2020, los aliados humanitarios reportaron un total de 851 restricciones de acceso al movimiento de personal humanitario y a la distribución de artículos humanitarios dentro y hacia Libia.

La situación de muchos migrantes y refugiados es especialmente alarmante. Desde principios de este año, más de 3.200 personas han sido interceptadas en el mar y devueltas a Libia. Muchos terminan en uno de los once centros oficiales de detención. Otros son llevados a instalaciones o centros de detención no oficiales a los que la comunidad humanitaria no tiene acceso. Naciones Unidas ha insistido reiteradamente en que Libia no es un puerto seguro y que las personas rescatadas en el mar no deben ser devueltas en base a detenciones arbitrarias.

Las mujeres y los niños continúan siendo los más afectados por el conflicto armado en curso en Libia: durante el año pasado, Naciones Unidas verificó 113 casos de violaciones graves, incluidos asesinatos y mutilaciones de niños, ataques a escuelas e instalaciones de salud. Los hospitales y centros de salud han sido blanco de bombardeos, lo que perturba aún más el frágil sistema sanitario de Libia. Desde principios de año, al menos 15 ataques han dañado instalaciones de salud y ambulancias y lesionado a trabajadores sanitarios. Estos ataques son una violación flagrante del derecho internacional humanitario y aún más atroces, si cabe, durante la pandemia de COVID-19.

La aparición del coronavirus en Libia plantea una nueva tensión para el sistema de salud ya sobrecargado y amenaza aún más a las personas más vulnerables del país. Hasta el 13 de mayo, había 64 casos confirmados de COVID-19, incluidas tres muertes, en diferentes partes del país. Esto indica que la transmisión local / comunitaria está teniendo lugar. El riesgo de una mayor escalada del brote es muy alto.

La seguridad alimentaria, que ya es un desafío, se ve comprometida por la propagación de COVID-19 y su impacto socioeconómico en las familias libias. Las últimas evaluaciones del mercado muestran que la mayoría de las ciudades se enfrentan a la escasez de alimentos básicos, junto con un aumento de los precios. La disponibilidad limitada de bienes y el aumento de los precios están afectando al mercado, al igual que las interrupciones de la cadena de suministros. El apoyo continuo a la seguridad alimentaria dentro del país es esencial para que esta crisis de salud no empeore y pueda convertirse en una crisis alimentaria.

Instamos a todas las partes en conflicto a proteger las instalaciones vitales de suministro de agua. Nos preocupa especialmente que las instalaciones de agua hayan sido atacadas deliberadamente o que sufran ataques indiscriminadamente. Esto afecta a miles de mujeres y niños e impide los esfuerzos para implementar medidas básicas para la prevención de virus, como lavarse las manos.

Apoyamos el llamamiento del Secretario General para un alto el fuego global y una pausa humanitaria para salvar vidas y permitir a las autoridades libias y sus aliados dedicar poner el foco en detener la propagación de COVID-19. La comunidad internacional no debe hacer la vista gorda ante el conflicto en Libia y su efecto catastrófico para los civiles, incluidos los migrantes y refugiados, en todo el país.

A pesar de los enormes desafíos que plantea, Naciones Unidas junto a sus aliados humanitarios hemos seguido llegando a las personas más vulnerables en Libia. Se necesitan fondos con urgencia, incluso para servicios habilitantes vitales como el Servicio Aéreo Humanitario de las Naciones Unidas, si queremos continuar satisfaciendo las necesidades de la emergencia. Esperamos con anticipación el apoyo financiero prometido al Plan de Respuesta Humanitaria para Libia, según lo anunciado por el Gobierno de Acuerdo Nacional. Los donantes han sido de mucha ayuda. Les pedimos que continúen mostrando su generosidad y respalden al pueblo de Libia en su búsqueda de la paz y en este momento de gran necesidad.

Declaración conjunta sobre Libia de OCHA, ACNUR, UNICEF, UNFPA, PMA, OMS y OIM

Firmantes

Subsecretario General de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios (OCHA), Mark Lowcock

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi

Directora Ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Henrietta Fore

Directora Ejecutiva del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), Dra. Natalia Kanem

Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley

Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus

Director General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), António Vitorino