COVID-19: una catástrofe para los niños de África Subsahariana

Las ayudas en efectivo pueden ayudar a mitigar las consecuencias de la mayor crisis que ha afectado a los niños en África en décadas

NAIROBI/DAKAR, 26 de noviembre 2020- El bienestar de los niños de África Subsahariana está en riesgo desde varios frentes desde la aparición de la pandemia de COVID-19.

La región está sufriendo la primera recesión económica de su historia, que está empujando a la pobreza extrema a unos 50 millones de personas, la mayoría de ellas niños.

Este sería el mayor cambio anual jamás registrado en términos absolutos o porcentuales, y por un amplio margen. Es probable que el número total de personas en situación de extrema pobreza en África Subsahariana haya superado la cifra de 500 millones, que se acerca al doble del número de 1990, cuando se empezaron a medir los progresos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

La región ya era un lugar difícil para muchos de sus 550 millones de niños, pero la pandemia ha intensificado muchas de las crisis que afrontaban y ha generado otras nuevas. Unos 280 millones de niños –o más de la mitad de la población infantil- podrían estar enfrentándose a la inseguridad alimentaria. En abril de 2020, más de 50 millones de estudiantes habían perdido el acceso a comidas gratuitas diarias, y más de 40 millones llevan afectados al menos seis meses y siguen.

Además, el cierre de escuelas afectó a unos 250 millones de estudiantes en África Subsahariana, que se unieron a los 100 millones de escolares que ya estaban fuera de la escuela antes de la pandemia. El aprendizaje paró por completo para la mayoría de ellos, y esto ya ha reducido su potencial de ingresos para toda la vida. Es probable que millones de niños no vuelvan nunca a las aulas.

Otras dificultades son el aumento de los precios de bienes y servicios básicos, la restricción de movimientos y la interrupción de servicios sociales esenciales, así como las sequías, inundaciones, las plagas de langosta y los conflictos.

“Los retos a los que se enfrentan los niños en nuestra región no tienen precedente y tendrán un efecto perjudicial duradero en sus vidas y en las de sus comunidades”, explica Mohamed Fall, director regional de UNICEF para África Oriental y Meridional. “Los problemas extraordinarios requieren soluciones extraordinarias. Aumentar los programas de ayudas en efectivo financiados de maneras novedosas podría ser la solución que necesitamos. Pero el reloj sigue avanzando”.

Dar ayudas en efectivo a los hogares puede mitigar, e incluso evitar, la mayoría de las dificultades a las que se enfrentan ahora los niños. También puede impulsar el crecimiento económico, construir sistemas de protección social y de resistencia ante futuros golpes, y lograr grandes ahorros a lo largo del tiempo. Por ejemplo, proporcionar una ayuda en efectivo equivalente al 20% del ingreso mensual promedio de un país a todos los niños menores de 5 años durante seis meses costaría entre el 1,3% y el 1,6% del PIB. Un programa de este tipo podría impulsar el PIB per cápita en un 2,4% de promedio, y ayudar a compensar gran parte de la recesión actual. Un año completo de apoyo en efectivo para todos los niños pequeños podría catapultar a muchas economías a niveles positivos.

Marie-Pierre Poirier, directora regional de UNICEF para África Occidental y Central, ha señalado: “La evidencia global y regional sobre los beneficios de las ayudas en efectivo para los niños, las familias y las economías es simplemente abrumadora, especialmente cuando se entregan a través de sistemas de protección social sólidos. Y aunque los responsables políticos de África subsahariana han reconocido su importancia, hace falta un apoyo financiero externo mayor para que las ayudas en efectivo puedan alcanzar su máximo potencial y mitigar esta crisis socioeconómica".

Las ayudas en efectivo se han utilizado para responder a la crisis actual en África subsahariana, aunque la financiación se ha visto gravemente limitada. Los gobiernos han reasignado todo lo que han podido para responder a la crisis, pero no es suficiente. Incluso sumando la ayuda externa total aprobada y los planes de estímulo fiscal anunciados, el ciudadano medio en África subsahariana se beneficia del 2% de la cantidad de apoyo de emergencia que reciben los ciudadanos de los países del G20 (38 dólares frente a 1.652 dólares).

Sin embargo, las ayudas en efectivo pueden aumentar mediante la combinación de recursos domésticos y externos. Se podría adoptar la forma de un mecanismo de financiación mundial que podría financiarse con ahorros para el alivio de la deuda, fondos de emergencia mundial de las instituciones financieras internacionales y el cumplimiento de los compromisos de ayuda oficial para el desarrollo de los gobiernos donantes. Los enfoques de financiación inmediata también podrían ayudar, como la venta de reservas de oro del FMI, la emisión de bonos a largo plazo y la introducción de uno o más impuestos fraccionales transfronterizos.

Esto podría servir para respaldar la reapertura segura de escuelas y economías, así como para ampliar los programas nacionales de transferencia de efectivo y fortalecer los sistemas de protección social. Y, al hacerlo, podría ofrecer esperanza a los niños, las economías y el continente mientras afrontan el impacto de la COVID-19, el clima, los conflictos y otras contingencias.

Acerca de UNICEF

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