España debe poner fin a las devoluciones automáticas en Ceuta y Melilla

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La frontera es el lugar de los deseos rotos.

Los niños migrantes y refugiados la contemplan como el último paso para llegar a tierra segura y a un lugar que puede ofrecerles la protección y las oportunidades que no encontraron en sus países de origen. Cruzarla supone para muchos de ellos, el fin de un viaje largo, peligroso, desgastante. Un viaje en el que demasiados se dejan la vida y la mayoría se deja su infancia.

Pero la frontera también es el lugar en el que los Estados ejercen de una forma más expresa el control migratorio. Un poder que no es absoluto. Está acotado por normas de Derecho Internacional, entre las que se encuentra la Convención sobre los Derechos del Niño.

En las fronteras, los niños tienen los mismos derechos. Las fronteras no son “tierra de nadie” en lo que se refiere al respeto de los derechos humanos y los derechos específicos de la infancia. Son “tierra de derechos”.

Los niños tienen los mismos derechos en las fronteras

Y la Convención referente en infancia es muy clara al respecto: en el momento en que haya niños implicados tanto en actuaciones de retorno como de control de fronteras, el Estado en cuyo territorio se encuentren estos niños o al que intenten acceder, está obligado  a extender a los niños y niñas todas las garantías recogidas en la Convención, sin ningún tipo de discriminación.

El primer paso para poder garantizar los derechos a un niño migrante o refugiado y evaluar su interés superior, es poder identificarlo como menor de edad. Y ello solo es posible si puede acceder al territorio y existe una valoración caso por caso, con el tiempo suficiente y con todas las garantías jurídicas y procesales. 

¿Cuáles son esas garantías?

  1. Una resolución de devolución motivada con posibilidad de apelación donde se escuche al niño.
  2. Tiempo suficiente para determinar correctamente la edad.
  3. Garantizar la presencia de un representante legal, intérpretes y personal especializado en infancia que entreviste en un lugar adecuado a los niños.
  4. Facilitarle información adaptada a la edad sobre sus derechos (incluidos sus derechos como niño no acompañado en desamparo, su derecho a pedir asilo, no ser devuelto, y ser protegidos como víctima de trata).
  5. Y algo fundamental: debe evaluarse su interés superior, lo que más le conviene a cada niño en particular con la independencia, especialización y el tiempo necesarios.

Además, la falta de identificación temprana de los niños - más aún si son refugiados, menores no acompañados o víctimas de trata - no solo vulnera sus derechos como niños, sino que agrava las condiciones de especial vulnerabilidad en la que se suelen encontrar estos niños y niñas. El informe de UNICEF Desarraigados dibuja un escenario desolador en lo que se refiere a las privaciones de alimento, agua, alojamiento, así como los abusos y las situaciones de explotación y discriminación que sufren millones de niños migrantes y refugiados en todo el mundo.

Las "devoluciones automáticas" en Ceuta y Melilla vulneran los derechos de los niños

Aprovechamos este día histórico de la Cumbre Mundial sobre Migrantes y Refugiados, para pedir el fin de las prácticas de las “devoluciones automáticas” en las fronteras de Ceuta y Melilla.

En la medida en que la devolución se produce inmediatamente o muy poco tiempo después de que un niño haya cruzado a nuestro país, no hay tiempo suficiente para identificarles y cumplir todas las garantías previstas por la Convención sobre los Derechos el Niño y también por nuestro propio marco jurídico de protección de la infancia.

Post de Sara Collantes, especialista en políticas de infancia de UNICEF España