TERREMOTO Y TSUNAMI EN INDONESIA

Agua potable y educación para las comunidades afectadas

Syria map
El 28 de septiembre una cadena de fuertes terremotos sacudió la provincia indonesia de Célebes Central. El más potente fue de 7,4 grados en la escala de Richter y provocó un tsunami que arrasó las zonas costeras de los distritos de Palu y Donggala.

 

Se registraron 2.274 muertos, 2.531 heridos y 561 desaparecidos. Más de 80.000 personas huyeron de la ciudad de Palu para refugiarse en zonas más seguras. En Célebes Central, hasta 1,5 millones de personas se vieron afectadas, incluidos más de medio millón de niñas y niños.

 

Más de 2.700 escuelas resultaron dañadas, lo que alejó de las aulas a 270.000 niños. Además, hubo unos 250 casos de niños separados de sus familias y 100.000 niños sufrieron algún tipo de trauma. Asimismo, los servicios de agua y saneamiento se vieron muy dañados y el acceso a las comunidades remotas representó un enorme reto.

Sophia

En octubre de 2018, un mes después de que el terremoto y el tsunami destruyeran su casa, Sophia Angelica Majid, de 11 años, seguía durmiendo en una tienda de campaña, junto a nueve de sus familiares y varios vecinos. Su cama era un colchón protegido por una mosquitera para evitar contraer la malaria por la picadura de mosquitos. Su rutina de la mañana incluía ducharse o lavarse la cara y las manos, y también los dientes, con agua de un depósito situado al final del campamento temporal.

Echa de menos su mochila escolar, sus libros y su portátil, donde tiene deberes, juegos y sus películas favoritas (Frozen y Vaiana). Sí le dio tiempo, en medio de las gigantescas olas que envolvieron la costa, a coger dos teléfonos móviles que se convirtieron en el principal apoyo de la familia en los días siguientes a la catástrofe. Los terminales les ayudaron a encontraron comida, bebida e información sobre refugios. Justo el día que conocemos a Sophia, vuelve al colegio, donde va a recibir nuestro material escolar.

Memoria 2018, Haiti

UNICEF en acción

La peor parte de la emergencia de Indonesia se la llevaron los niños y niñas, que son siempre los más vulnerables en una situación de crisis humanitaria. Servicios fundamentales para la infancia, como escuelas y centros de salud, quedaron inservibles, entrañando consecuencias terribles para ellos.

Porque si los ambulatorios y hospitales están colapsados, los niños no reciben ni las dosis de vacunas necesarias ni los tratamientos adecuados, con el consiguiente riesgo de que aumenten las enfermedades. Y si los centros educativos sufren daños, los estudiantes se quedan sin un lugar donde estudiar.

Desde UNICEF, juntos a otros aliados, contribuimos a mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de los niños y sus familias en las zonas costeras afectadas por el tsunami, con acciones como la vacunación infantil, la distribución de mosquiteras contra la malaria y el acceso a agua y saneamiento adecuados. También suministramos escuelas temporales, escuelas en una maleta, kits de educación infantil temprana (1 a 3 años) y kits de ayuda psicosocial a profesores.