La desnutrición infantil y el hambre en el mundo

Niña mirando
© UNICEF
Niña mirando
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En pleno siglo XXI, la desnutrición infantil sigue siendo una de las principales amenazas para la supervivencia, la salud y el crecimiento de millones de niños. Cada día, 13.800 niños y niñas menores de 5 años mueren por causas que podemos evitar. Casi la mitad de estas muertes infantiles están relacionadas con la desnutrición.

Tras varios años de descenso, en 2021 aumentó el número de personas con hambre en el mundo alcanzando los 828 millones. Según el Informe Global de crisis alimentarias, en 2022 hay casi 193 millones de personas con inseguridad alimentaria severa en 53 países, 40 millones más que el año anterior. 

Si no revertimos estas tendencias, en 2030 no alcanzaremos el objetivo de poner fin a la malnutrición y el hambre en el mundo.

¿Qué es la desnutrición infantil?

Cuando pensamos en desnutrición, lo primero que nos viene a la cabeza es la falta de alimentos y el hambre. Las imágenes suelen ser las de unas personas extremadamente delgadas que apenas tienen fuerza para sostenerse de pie y que dan la vuelta al mundo cuando se produce una emergencia nutricional, como la de Sudán del Sur, Etiopía, Somalia o el Cuerno de África.

Sin embargo, la desnutrición, que está detrás de la muerte de alrededor de 7.000 niños cada día, no se reduce exclusivamente a una cuestión de alimentación. Va mucho más allá. Es el resultado de un proceso más complejo que vincula la falta de nutrientes con otras carencias, como la falta de atención médica y la desigualdad.

La falta de alimentos suficientes y adecuados (en cantidad y calidad), la carencia de cuidados médicos que ofrezcan un diagnóstico y tratamiento rápido ante la aparición de infecciones, y la ausencia de servicios básicos de agua y saneamiento, generan un círculo vicioso que amenaza la salud y la vida de los niños. Y en el origen de todo está la pobreza, los conflictos armados y el cambio climático.

Es imprescindible luchar contra la desnutrición infantil porque los niños y niñas que crecen con limitaciones nutricionales, incluso si sobreviven, pueden desarrollar problemas físicos por déficit de vitaminas y minerales y experimentar retrasos en su aprendizaje y desarrollo cognitivo. Esto afecta a su capacidad de desarrollar su máximo potencial y el de sus hijos, además de poner en peligro sus vidas.

En la actualidad, casi 200 millones de niños y niñas en todo el mundo sufren algún tipo de desnutrición.

La historia de Khadija, en Nigeria:

Desnutrición infantil, una lacra que podemos evitar

La diferencia entre la imagen de la izquierda y la de la derecha es la misma que entre la muerte y la vida. Khadija es una superviviente. Estaba famélica cuando llegó a un hospital apoyado por UNICEF en Nigeria. Su brazo apenas era más ancho que el dedo pulgar de su madre.

Yo también caí enferma y no pude darle el pecho, nos cuenta.

Después de 20 días de tratamiento con alimento terapéutico y medicinas, Khadija está muchísimo mejor. De hecho, ya le hemos dado el alta y ha vuelto a casa con su madre y una bolsa llena de sobres nutritivos que facilitarán su recuperación.

Consecuencias e impacto de la desnutrición en la vida de los niños

La desnutrición infantil impacta gravemente en el día a día de los niños y niñas:

  • Supervivencia infantil: la desnutrición debilita el sistema inmune, con lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades potencialmente mortales como la neumonía, la diarrea, la malaria, el VIH/SIDA y el sarampión, y de superarlas. Un niño o niña con desnutrición aguda severa tiene 11 veces más probabilidades que un niño sano, de morir por enfermedades como el cólera o el sarampión.
  • Educación: los niños con desnutrición tienen limitaciones en su aprendizaje como consecuencia del retraso en su desarrollo cognitivo. Además, se ponen enfermos a menudo, por lo que asisten con menos regularidad a la escuela. El nivel educativo de las madres también tiene un impacto directo en la alimentación que reciben los niños.
  • Pobreza e impacto intergeneracional: las mujeres desnutridas tienen bebés con un peso inferior al adecuado, lo que aumenta las posibilidades de desnutrición en las siguientes generaciones y supone un serio obstáculo para el desarrollo y la sostenibilidad de los países.
  • Conflictos armados y cambio climático: las crisis producidas por conflictos o desastres relacionados con el cambio climático provocan un efecto dominó que acaba dinamitando el estado nutricional de los niños y niñas, intensifica la inseguridad alimentaria y dispara la inflación y el precio de los alimentos, destroza los sistemas de agua y saneamiento, inutiliza los centros de salud y dificulta la entrega de ayuda humanitaria.

Por tanto, las consecuencias de la desnutrición infantil afectan a la salud y supervivencia de niños y niñas, pero también a su capacidad de crecer fuertes, sanos e inteligentes.

Más allá del impacto individual, la desnutrición tiene un impacto social que afecta incluso al crecimiento económico de los países. Los niños con desnutrición tienen un menor rendimiento académico, y menor capacidad a futuro de formarse y generar ingresos. A gran escala, esto supone pérdidas económicas a nivel de país, tanto por esa menor capacidad productiva, como por una mayor demanda y gasto médico.

¿Qué es la hambruna?

El estado de hambruna es el estado de mayor alerta nutricional. Es el resultado de una privación extrema de los alimentos que puede deberse a varios factores, como por ejemplo:

  • Las pérdidas de cosechas y la incapacidad de los mercados de proporcionar la alimentación necesaria,
  • La falta de recursos para comprar comida, ante la escasez de alimentos o las subidas de precios,
  • Los conflictos o las guerras.

Generalmente, se declara una hambruna cuando afecta a un área geográfica concreta o a un número significativo de personas. Debido a esta privación extrema se evidencia un incremento en el número de muertes y de casos de desnutrición aguda grave.

Los siguientes indicadores tienen que darse simultáneamente para declarar una zona o población en situación de hambruna:

  • Al menos el 20% de la población está en inseguridad alimentaria severa (eg los indicadores de consumo de alimentos y de kcal están en niveles de emergencia),
  • Tasa de desnutrición aguda de los niños por encima del 30%,
  • Dos muertes asociadas a la desnutrición por cada 10.000 personas al día o 4 muertes infantiles por cada 10.000 niños al día.

Si no hay evidencia de alguno de ellos o bien la información no es del todo fiable, se puede declarar la zona en catástrofe o bien en riesgo de hambruna (según la información existente).

Sudán del Sur, en guerra desde 2013, reunió todos estos indicadores entre febrero y junio de 2017, convirtiéndose en la segunda hambruna del siglo XXI, después de la que sufrió el Cuerno de África en 2011 con un coste de más de 260.000 vidas.

En 2022, diversos factores incluyendo las consecuencias de la pandemia, los conflictos (como la guerra de Ucrania ) y el cambio climático, sitúan varias zonas del mundo, entre ellas el Sahel y el Cuerno de África, en una situación muy grave de inseguridad alimentaria y nutricional. De hecho, nos encontramos al borde de la declaración de hambruna en algunas zonas de Somalia, que podría producirse en el último trimestre del año si la temporada de lluvias no es suficiente y no se acelera significativamente la respuesta humanitaria por parte de la comunidad internacional.

Niños con hambruna y desnutrición infantil en el mundo

Más de 149 millones de niños y niñas menores de cinco años sufren desnutrición crónica y 45 millones padecen desnutrición aguda.

Estas formas de malnutrición, muy relacionadas con la pobreza, se han visto agravadas en los últimos años por los desastres derivados de eventos climáticos, los conflictos, el impacto de la pandemia de la COVID-19 y la debilidad de los sistemas alimentarios.

Es especialmente preocupante el aumento de la desnutrición aguda grave, la forma más letal de desnutrición, que pone en riesgo la vida de niños y niñas en lugares como el Cuerno de África, el Sahel, Yemen o Afganistán, y que está creciendo de forma alarmante en los últimos años, agravada por el aumento del precio de los cereales que deja la guerra de Ucrania.

¿Cuántos niños mueren de hambre al día en el mundo?

Se estima que 50 millones de personas están al borde de morir de hambre en 45 países del mundo si no reciben ayuda.

Según el informe La desnutrición aguda grave: la emergencia olvidada de la supervivencia infantil, 8 millones de niños y niñas en el mundo podrían morir de hambre si no reciben tratamiento contra la desnutrición aguda grave en 2022.

A nivel mundial, 1 de cada 5 muertes de niños menores de 5 años se atribuye a la desnutrición aguda grave.

Soluciones contra la desnutrición infantil y el hambre en el mundo

Estas son algunas herramientas sencillas pero muy eficaces para detectar y tratar la desnutrición de los niños y niñas: un peso, una cinta para medir la circunferencia superior del brazo y alimento terapéutico listo para usar.

Staff UNICEF
Staff UNICEF

Acabar con la desnutrición y sus consecuencias sobre la vida de los niños es posible. La desnutrición se puede prevenir y, en algunos casos, se puede tratar.

Desde UNICEF damos una respuesta integral a la desnutrición infantil:

  • Facilitamos a madres e hijos la atención médica y nutricional necesaria;
  • Ofrecemos tratamiento a los niños y niñas con desnutrición aguda;
  • Mejoramos los servicios de agua y saneamiento;
  • Formamos a los trabajadores de la salud y las comunidades, impulsando la detección precoz y la promoción de hábitos de alimentación e higiene que protejan a los niños y niñas;
  • Acompañamos a los gobiernos para la implantación de sistemas de detección y prevención eficaces,

¿Qué hace UNICEF contra el hambre y la desnutrición infantil?

Mujer embarazada

La ventana de los 1.000 días

Incluyen el embarazo y los primeros dos años de vida. En esta etapa se produce el desarrollo básico del niño, por lo que la falta de una alimentación y atención adecuadas produce daños físicos y cognitivos irreversibles que le afectarán para el resto de su vida.

Bebé

Acciones sencillas que salvan vidas

Iniciar la lactancia materna en la primera hora de vida reduce en un 44% el riesgo de mortalidad neonatal. Por eso no nos cansamos de promover la lactancia materna, exclusiva durante los primeros 6 meses y complementaria hasta, al menos, los 2 años.

Niño comiendo

Un sobre que salva vidas

Los alimentos terapéuticos listos para usar han supuesto una revolución mundial en el tratamiento de la desnutrición aguda. Puede administrarse en el hogar, no requiere refrigeración y no hay que añadirle agua. Tres sobres al día durante unas 6 ó 7 semanas son suficientes para devolver la salud a un niño.

Mujeres atentas

La importancia de la comunidad

Implicamos a la comunidad en la detección precoz de la desnutrición y en la mejora de hábitos de alimentación e higiene para prevenirla. Formamos a parteras tradicionales y a personal de salud que atienden y orientan a madres y familias.

Niños esperando en una fila

Planes de acción

Buscamos fortalecer el compromiso político y la capacidad de los estados para legislar, planificar y presupuestar las intervenciones de nutrición para toda la población. Los Planes de Acción liderados por los ministerios de Salud son claves para que todos los niños tengan mejores oportunidades.

Logramos grandes resultados en 2021

Icono contra la desnutrición

5,5 millones de niños tratados contra la desnutrición aguda grave, un 10% más que el año anterior

Icono niños y niñas

Casi 9 de cada 10 niños
Que reciben tratamiento contra la desnutrición aguda se recuperan

Icono cuidado

Salvamos vidas
La cifra de niños con desnutrición crónica ha pasado de 255 millones en 1990 a más de 149 millones en 2020

Emergencias

Más de 433 millones de tratamientos de Vitamina A
En 68 países, para mejorar la salud de los niños y niñas

Sobres alimento

620 millones de sobres de micronutrientes
Distribuidos para tratar la desnutrición

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*Cuando durante 3 años se realicen donaciones a una misma entidad por importe igual o superior al del ejercicio anterior.
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Preguntas frecuentes sobre la desnutrición y la hambruna

  • Desnutrición crónica. Un niño que sufre desnutrición crónica tiene un retraso en el crecimiento. Es decir, su talla es inferior al estándar internacional correspondiente a su edad. Este es el tipo de desnutrición menos visible y que muchas veces no recibe atención.
  • Desnutrición aguda moderada. Un niño con desnutrición aguda moderada pesa menos de lo que corresponde con respecto a su altura. Para diagnosticarla se utiliza una cinta especial con la que se mide el perímetro del brazo. 
  • Desnutrición aguda grave. Un niño con desnutrición aguda grave tiene un peso muy inferior respecto a su altura. Su riesgo de muerte es inminente, por lo que necesita atención médica urgente.
  • Carencia de vitaminas y minerales. La desnutrición por falta de micronutrientes se manifiesta de distintas maneras. Por ejemplo, un niño que carece de vitamina A es más propenso a las infecciones y corre mayor riesgo de sufrir ceguera. Por otro lado, la falta de hierro dificulta la capacidad de aprendizaje.

Un niño con desnutrición crónica tiene menos altura de lo que le corresponde con relación a su edad. Cuando hay una falta de nutrientes continuada en el tiempo se reduce el crecimiento físico y el desarrollo mental.

Si no se previene, actuando durante el embarazo y antes de que el niño cumpla los 2 años de edad, las consecuencias son irreversibles y se harán sentir durante el resto de su vida. Una vez que un niño o niña sufre desnutrición crónica (también llamada retraso en el crecimiento) no hay tratamiento, y el desarrollo tanto físico como cognitivo se verá afectado (el niño no será tan fuerte, sano e inteligente como hubiera podido ser).

Un total de 149 millones de niñas y niños sufren desnutrición crónica en el mundo. En África y Asia viven más de 9 de cada 10 niños con retraso en el crecimiento.

Seguro que más de una vez te has preguntado por qué sigue habiendo hambre en el mundo si hoy en día producimos suficientes alimentos para abastecer a toda la población; por qué, a pesar del trabajo de las organizaciones humanitarias durante tantos años, se repiten emergencias nutricionales como las que amenazaron la vida de millones de niños en Sudán del Sur, Yemen, Nigeria, Somalia o en el Cuerno de África.

No hay una única explicación: los conflictos, la variabilidad y las condiciones extremas del clima, las desaceleraciones y los debilitamientos de la economía (agravados por la pandemia de la COVID-19) son importantes factores causantes de inseguridad alimentaria y malnutrición. Su frecuencia y su intensidad siguen aumentando y cada vez más se suelen presentar juntos varios de estos factores.

El aumento de los desastres naturales -como inundaciones, ciclones y sequías- tiene un impacto negativo a largo plazo en la producción agrícola, lo que conduce a una subida de los precios de los alimentos. Las familias que no pueden asumir este coste no tienen capacidad para cubrir sus necesidades nutricionales, por lo que las tasas de desnutrición crecen, sobre todo entre los niños.

Además, el cambio climático también afecta a la disponibilidad de agua potable, con el consiguiente aumento de enfermedades como el dengue, la diarrea o el cólera, que causan millones de muertes infantiles año tras año.