Buenas razones para sonreír

Nos encanta compartir contigo la alegría contagiosa de estos niños y niñas. Descubre sus historias.

Arriba: Franky, un niño de 3 años separado de sus progenitores durante la travesía del Tapón del Darién, una peligrosa selva que separa Colombia de Panamá, se reunió con ellos unos días después. Franky fue conducido a “La Casita”, un lugar seguro establecido por UNICEF y Aldeas SOS en Panamá para proteger a los niños no acompañados hasta que lleguen sus padres y madres.

Bangladesh: Omar Faruk, de 15 años, está encantado de haber recibido material de costura y de haber aprendido a coser. Incluso ha establecido su propio negocio y ahora puede ayudar económicamente a su familia. Omar participó en un programa de formación para adolescentes con discapacidad financiado por UNICEF en colaboración con el Ministerio de Servicios Sociales de Bangladesh.

Ecuador: la pequeña Hanna sonríe al fotógrafo. Vive en Pijal Alto, una comunidad del norte de Ecuador. La planta de cloración que UNICEF donó a la aldea proporciona agua potable a 1.600 personas.

Fiji: Jovilisi Raqere, de 7 años, sonríe en un espacio para niños en Fiji. Tras el ciclón tropical Yasa, estos espacios formaron parte de la asistencia de emergencia que UNICEF presta en colaboración con el Gobierno y sus aliados.

Níger: en el norte de Níger, estas niñas sonríen tras recibir nuevos kits escolares en su primer día de clase. UNICEF ha proporcionado material escolar y formación a los profesores y familiares para ayudarles a gestionar todo lo relacionado con la escuela.

Pakistán: un niño de un año comparte una sonrisa con el trabajador sanitario que se prepara para vacunarlo contra la polio. Como aliado principal de la Iniciativa de Erradicación Mundial de la Poliomielitis (IEMP), UNICEF ayuda a vacunar contra la enfermedad a más de 400 millones de niños de todo el mundo cada año. Nuestra labor consiste en suministrar vacunas seguras, generar confianza y alentar a los padres y madres para que vacunen a sus hijos contra la poliomielitis.

Venezuela: Erika Estrada, de 12 años, sonríe en el salón de su casa en Caracas, Venezuela. Es una de las alumnas que se benefician de un programa de alimentación escolar apoyado por UNICEF para mantener a los niños en la escuela. Durante la pandemia de COVID-19, las comidas se repartieron a domicilio.