Nacer ya vulnerable: el precio de la desnutrición y el estrés de las mujeres embarazadas en Gaza

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FRANJA DE GAZA, 9 de diciembre de 2025 - “Como saben, se ha informado de que al menos 165 niños y niñas han muerto de forma dolorosa y evitable por desnutrición durante la guerra. Sin embargo, se ha informado mucho menos sobre la magnitud de la desnutrición entre las mujeres embarazadas y lactantes, y el devastador efecto dominó que esto ha tenido en miles de recién nacidos.
El patrón es claro: madres desnutridas que dan a luz a bebés con bajo peso o prematuros, que mueren en las unidades de cuidados intensivos neonatales de Gaza o sobreviven, solo para enfrentarse ellos mismos a la desnutrición o a posibles complicaciones médicas de por vida.
Permítanme remontarme al año 2022 en Gaza, antes de los horrores de los últimos dos años, cuando una media de 250 bebés al mes -el 5 %- nacían con lo que los médicos denominan bajo peso al nacer, es decir, con un peso inferior a 2,5 kilogramos. Así lo afirma el Ministerio de Salud local.
En la primera mitad de 2025, a pesar de haber menos nacimientos, hubo más bebés con bajo peso: el 10 % de todos los nacimientos, es decir, unos 300 bebés al mes.
En los tres meses previos al alto el fuego, de julio a septiembre, esta cifra aumentó hasta una media de 460 bebés al mes, es decir, 15 al día, casi el doble de la media anterior a la guerra.
En los hospitales de Gaza, conocí a varios recién nacidos que pesaban menos de 1 kilogramo, con sus diminutos pechos agitándose con el esfuerzo de mantenerse con vida.
Los bebés con bajo peso al nacer tienen aproximadamente 20 veces más probabilidades de morir que los bebés con peso normal. Necesitan cuidados especiales, que muchos de los hospitales de Gaza han tenido dificultades para proporcionar debido a la destrucción del sistema sanitario, la muerte y el desplazamiento del personal y los obstáculos impuestos por las autoridades israelíes, que impidieron la entrada de algunos suministros médicos esenciales en la Franja.
Los datos muestran que el número de bebés que murieron en su primer día de vida aumentó un 75 %, pasando de una media de 27 bebés al mes en 2022 a 47 bebés al mes entre julio y septiembre de 2025. No todo se puede atribuir al parto prematuro o al bajo peso al nacer, pero, junto con el aumento de las anomalías congénitas, los médicos me dicen que es algo habitual.
El bajo peso al nacer suele deberse a una nutrición materna deficiente, un aumento del estrés materno y una atención prenatal limitada. En Gaza, observamos estos tres factores, y la respuesta no es lo suficientemente rápida ni tiene la magnitud necesaria.
Entre julio y septiembre, alrededor del 38% de las mujeres embarazadas examinadas por UNICEF y sus aliados fueron diagnosticadas con desnutrición aguda.
E incluso ahora, seguimos tratando a un gran número de ellas. Solo en octubre, ingresamos a 8.300 mujeres embarazadas y lactantes para tratarlas por desnutrición aguda, unas 270 al día, en un lugar donde antes de octubre de 2023 no se observaba desnutrición apreciable entre este grupo.
Esta tendencia es una grave advertencia y probablemente dará lugar al nacimiento de bebés con bajo peso en Gaza durante los próximos meses.
Hace dos semanas conocí a Fatma cuando visitaba a su bebé Mohammed en una unidad de cuidados intensivos neonatales de la ciudad de Gaza. Mohammed nació prematuro y pesó solo 1,5 kilogramos. Fatma me contó que, a diferencia de su primer embarazo, en el que tuvo acceso a revisiones prenatales, vitaminas y alimentos nutritivos, ‘este embarazo ha estado lleno de desplazamientos, falta de alimentos, desnutrición, guerra y miedo’. Me dijo que estuvo desnutrida durante tres meses del embarazo, que se vio desplazada tres veces y que su hija pequeña y su marido murieron, con dos meses de diferencia, en ataques aéreos.
He pasado muchos meses en Gaza durante los últimos dos años, y casi todos los días veo y escucho los efectos generacionales del conflicto en las madres y sus bebés, en hospitales, clínicas de nutrición y tiendas de campaña familiares. Es menos visible que la sangre o las heridas, pero es omnipresente. Está en todas partes.
He perdido la cuenta del número de padres o madres como Fatma que han llorado mientras me contaban lo que les había sucedido, destrozados por lo impotentes que se sienten para proteger a sus hijos ante la destrucción y las privaciones indiscriminadas. Generaciones de familias, incluidas las nacidas durante el alto el fuego, han quedado marcadas para siempre por lo que se les ha infligido.
UNICEF está respondiendo. Estamos reemplazando las incubadoras, los respiradores y otros equipos vitales que han sido destruidos: entregamos 10 respiradores a Gaza a finales de septiembre y, tras el alto el fuego, otros 20 respiradores, 20 incubadoras y 15 monitores de pacientes, entre otros equipos. Desde el alto el fuego, hemos proporcionado suplementos a más de 45.000 mujeres embarazadas y lactantes para prevenir la desnutrición. Hemos examinado a más de 150.000 menores de 5 años para detectar casos de desnutrición aguda y hemos derivado a más de 14.000 a tratamiento.
Estamos proporcionando asesoramiento sobre lactancia materna a más de 14.000 cuidadores, así como apoyo psicosocial y de salud mental. Estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano para apoyar a las familias. Sin embargo, para mejorar la respuesta es necesario que llegue más ayuda a la Franja de Gaza, especialmente ayuda que refuerce la salud de las mujeres embarazadas y lactantes y que dote a los hospitales de todo lo necesario para salvar vidas. Esto debe complementarse con productos comerciales que repongan los mercados locales con suficientes alimentos nutritivos, de modo que los precios sigan bajando.
Y el miedo debe terminar. Este alto el fuego debería ofrecer seguridad a las familias, no más pérdidas. Más de 70 niños y niñas han sido asesinados en las ocho semanas transcurridas desde que comenzó el alto el fuego. Los continuos ataques y el asesinato de niños y niñas deben cesar de inmediato.
Este efecto dominó, de madres a hijos e hijas, debería haberse evitado. Ningún niño debería quedar marcado por la guerra antes si quiera de nacer. Pero en Gaza, esta brutal realidad fue causada por el conflicto y agravada por las restricciones a la ayuda humanitaria, que agotaron los recursos de los hospitales y dejaron a las madres hambrientas y estresadas. Se podría haber evitado tanto sufrimiento si se hubiera respetado el derecho internacional humanitario”.
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Ildefonso González
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