Más de un millón de damnificados por las inundaciones en Filipinas

Más de un centenar de personas han muerto y centenares de miles se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a las inundaciones en Manila, la capital de Filipinas, y zonas vecinas. UNICEF está prestando ayuda urgente para atender las necesidades inmediatas de las familias afectadas por la catástrofe

La tormenta tropical Ondoy descargó en 12 horas una cantidad de lluvia equivalente al total de precipitaciones correspondientes a un mes. Esas lluvias, a su vez, desencadenaron las inundaciones que ahora afectan a una cuarta parte de Manila y alrededores, además de otras 24 provincias filipinas. Como un tsunami

Los datos suministrados inicialmente por el Consejo nacional de coordinación de situaciones de desastre indicaron que el número de personas afectadas por Ondoy superaba el millón. El Gobierno del Filipinas, sin embargo, afirma que los damnificados por la tormenta y las inundaciones llegan a 1,8 millones.

El Dr. Marinus Hotink, Jefe de la Sección de Salud de la Oficina de UNICEF en Filipinas, recorrió con su equipo diversos puntos de la región septentrional de Manila, donde evaluó los daños provocados por la peor tormenta de lluvia que se recuerde en los últimos 40 años.

"La población lo describe como un tsunami", comentó el Dr. Hotink. "En una hora, aproximadamente, las aguas subieron entre cuatro y cinco metros sobre su nivel normal, lo que significa que las viviendas ubicadas a orillas del río, los puentes... todo quedó destruido".

Las comunidades pobres se llevan la peor parte

El Dr. Hotink añadió que las comunidades pobres que habitan varios tugurios de la zona fueron las que sufrieron los peores efectos de la inundación.

"Hay muchas personas pobres que viven a la vera del río", dijo. "Con los pocos medios de los que disponen, ya están tratando de limpiar los escombros y reconstruir sus viviendas. Esas personas han perdido todo". Aunque en la mayoría de los sitios inundados las aguas ya se han retirado, han dejado a su paso una cantidad inmensa de lodo y escombros. "Debido a que gran parte de los desperdicios de la región normalmente va a parar al río, después de la crecida y la retirada de las aguas toda esa basura se ha acumulado sobre los árboles y las casas, y el olor es repugnante", agregó el Dr. Hotink. "Los habitantes tratan de limpiar el lodo hediondo y verterlo nuevamente en el río con cubos y con las manos".

Ayuda a los desplazados

Una de las mayores preocupaciones en materia de salud es la carencia de agua potable, que podría desatar brotes de enfermedades en las zonas afectadas por las inundaciones.

Vanessa Tobin, Representante de UNICEF en Filipinas, visitó las localidades de Taguig, Mandaluyong y Quezon, que figuran entre las zonas más afectadas por el desastre natural. La Representante dijo que estaba profundamente conmovida por el grado de devastación que habían sufrido muchas comunidades, pero que también había quedado muy emocionada ante la generosidad que demuestran los habitantes hacia sus vecinos.

Tobin apuntó que UNICEF participa activamente en las labores de suministro de socorro a las familias desplazadas.

"En las próximas 48 horas", dijo, "distribuiremos más botiquines médicos y de higiene, pastillas de purificación del agua, retretes portátiles y conjuntos de artículos para las familias, como mantas y jabón. También estamos colaborando con el Gobierno y otros organismos de asistencia comunitaria para cubrir cualquier deficiencia que se produzca en materia de prestación de ayuda a los afectados".

UNICEF también toma medidas para subsanar los efectos a largo plazo del desastre natural en los niños y niñas, como la amenaza a su salud que representan las inundaciones y la carencia de agua potable. A ello se suma la preocupación que impera en la región por otras dos tormentas tropicales que podrían desencadenarse esta semana, con sus consiguientes resultados devastadores.