Chernobil en el objetivo: niños y niñas afectados muestran sus fotos sobre la vida tras la tragedia

En abril de 2006 se cumplieron 20 años del accidente nuclear de Chernobil. Para conmemorar esta fecha un grupo de chicos y chicas de entre 12 y 17 años participó en un taller de fotografía promovido por UNICEF. Todos ellos provienen de los tres países más afectados por el desastre de Chernobil (Bielorrusia, Federación Rusa y Ucrania). El objetivo: mostrar cómo ven la vida los niños y niñas cuyas vidas están condicionadas por un accidente nuclear que ocurrió cuando aún no habían nacido

El reconocido fotógrafo Giacomo Pirozzi, colaborador habitual de UNICEF, ha trabajado con ellos durante unos días. Tras una introducción a algunas técnicas fotográficas, los participantes ha tomado fotos en Bielorrusia, inspiradas en la vida diaria tras el accidente de Chernobil.

Los doce chicos y chicas participantes, cuatro de cada uno de los tres países más afectados por la radiación, son a la vez testigos y víctimas de la tragedia. Aunque nacieron años después de la tragedia, muchos aspectos de sus vidas están aún condicionados por el accidente nuclear ocurrido hace 20 años.

Algunos de ellos tienen problemas de salud, como cardiopatías congénitas o fracturas óseas que nunca parecen llegar a curarse del todo. Otros no han manifestado aún problemas físicos, pero viven como algo natural las restricciones impuestas por el riesgo radiológico. Esto afecta a lo que pueden o no comer, los sitios a los que pueden ir, a sus estudios, a sus juegos y a su futuro en una región empobrecida por el desastre.

“Durante mucho tiempo nos han advertido que no bebamos leche”

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Descubre algunas de las fotos realizadas por estos jóvenes reporteros

Lena Kovaleva, de 15 años, enciende su ordenador para mostrar las fotos que ha tomado durante el taller. Su público espera las imágenes típicas: edificios abandonados en las zonas contaminadas o personas que padecen las secuelas físicas de la radiación nuclear. Sin embargo, lo que ven es una vaca. En la siguiente foto, la vaca siendo ordeñada, y después, más fotos de vacas.

En una época en la que las audiencias esperan encontrar imágenes cada vez más gráficas y horribles de las áreas que han sufrido un desastre, las fotos de Lena pueden suponer una decepción. Pero sus fotos son un potente testimonio de su visión de la catástrofe. Una sutil mirada que quizás sólo puede ofrecer una adolescente.

“Durante mucho tiempo nos han advertido que no bebamos leche, ni siquiera ahora”, nos cuenta Lena. “Dicen que aún hay mucha radiación en el suelo, y que llega a la cadena alimenticia cuando las vacas se comen la hierba”.

La leucemia es ahora una enfermedad frecuente entre las vacas de la región de Bryansk, donde vive Lena . Las autoridades locales realizan controles veterinarios y tests periódicos de radiación en la leche. A pesar del riesgo, la mayoría de los habitantes de esta zona continúan consumiendo lácteos, así como alimentos de origen silvestre, como setas y moras, que no pueden ser controlados rigurosamente. En una región pobre, donde los salarios apenas llegan a 100 euros mensuales, muchos deben elegir entre el hambre o los riesgos de la radiación.

Como la mayoría de los habitantes de la zona de Chernobil, Lena ha asumido el desastre y sus consecuencias como parte de su vida diaria y no le afecta estar rodeada de situaciones que podrían horrorizar a un visitante. Su localidad es como siempre la ha conocido. Ha crecido acostumbrada a ello y permanece optimista respecto al futuro.