Un recorrido por los campamentos de Pakistán

Por Tania McBride, Especialista en Comunicación UNICEF 6 de septiembre de 2010 Recorremos las calles con tierra resquebrajada a gran velocidad, dejando atrás una nube de polvo, buscando a las Trabajadoras Femeninas de la Salud, que forman parte de un programa que apoya UNICEF.

 Esta iniciativa cuenta con equipos de mujeres de toda la provincia de Sindh (Pakistán) quetrabajan en la distribución de suministros para las familias en todo el distrito de Sukkar, principalmente sales de rehidratación oral, medicamentos contra la diarrea y para el tratamiento de la piel, así como en la educación en higiene para el hogar, con el fin de mitigar la propagación de enfermedades. Pese a los 50 grados, o más, de temperatura y al ayuno del Ramadán, Nizam Uddin Bharchoond, director de la ONG local Hands, parecía fresco y tranquilo. Tenía los ojos cerrados y meditaba en silencio. Luego, afirmó:  “En toda mi vida he visto un desastre como éste”. “Hemos pasado la mañana hablando con las mujeres y los niños de Sukkar, que estaban en un campamento de carretera, atendidos por las clínicas sanitarias móviles apoyadas por UNICEF. Escuchar sus historias y saber las condiciones extremas que están viviendo es, al mismo tiempo, desesperado y desgarrador". Con más de 200 campamentos improvisados desde que las inundaciones golpearon la zona de Sukkar y sus alrededores, localizar a las trabajadoras femeninas de la salud no fue fácil: pasamos por caminos de arena, casi la mitad de las casas estaban construidas con ladrillos de barro, rodeadas por charcos de agua sucia. No teníamos más remedio que coger las curvas con rapidez para evitar los inmensos charcos de agua, rodeados por valles de basura. De forma improvisada, salimos del coche, a un campamento en el viejo Sukkar. Nizam fue recibido de inmediato por una muchedumbre de niños que acudieron en masa hacia nuestro coche. Con gesto apacible y maneras casi de abuelo gentil, nos condujo al interior de un patio frente al campamento, donde había muchas mujeres, niños y muchachos que tomaban la sombra bajo unos toldos escapando del sol intenso del mediodía. “Esta gente son mi familia, mis hermanos, hermanas, sobrinos y sobrinas. También son gente afectada por las inundaciones”, dijo Nizam. “Yo estaba en Sukkar y escuché que las inundaciones iban hacia mi pueblo, así que llamé a mis hermanos y en el último minuto se las arreglaron para empaquetar algunas cosas y escapar en camiones. Su pueblo de Rarhi ha sido inundado por completo, las casas han quedado destruidas y los cultivos dañados, pero al menos han sido capaces de salvar a sus familias y animales, añadió. Una vez que su extensa familia llegó a Sukkar, Nizam buscó unos terrenos donde poder asentar el campamento. Sin embargo, estaba claro que, aunque tuvieron la ventaja de haber cogido algunas provisiones, necesitaban algunos suministros más, como lonas, utensilios de cocina, alimentos y agua. De su propio bolsillo, Nizam los compró y se reunió con algunos funcionarios del gobierno local para movilizar a un pequeño equipo de Hands para organizar la planificación del campamento. Más y más gente afectada por las inundaciones escuchó hablar de la generosidad de Nizam y empezó a llegar al campamento. En pocos días, el equipo de Hands levantó un pequeño campamento para acomodar a cerca de 300 personas que habían huido de las inundaciones en Rarhi, la aldea de Nizam. En él, se encuentran 47 niños, a los que se les ha habilitado un espaciopara aprender y jugar. Nizam me presentó a la trabajadora local de salud, Reshman, que llegó al campamento con sus siete hijos. Viuda desde hace cuatro años, ha estado trabajando desde entonces en el programa de Trabajadoras Femeninas de la Salud, apoyado por UNICEF, visitando a las familias y comunidades en su distrito. Desde que perdió su casa recientemente, en las inundaciones, ha dedicados sus días a concienciar sobre la higiene. Reshman nos dijo que muchos niños en el campo tienen enfermedades en la piel, infecciones en los ojos y diarrea. La clave para evitar la propagación de las enfermedades, continuó, es asegurarse de que madres e hijos hagan lo básico: lavarse las manos con jabón antes de comer y después de defecar, así como asegurar que los niños (y su ropa) se lavan con regularidad. A la vuelta, junto con Nizam, pude ser consciente que junto a mí se encontrabaun hombre con un verdadero espíritu humanitario, que está feliz de ver cómo los paquistaníes se ayudan entre sí.