¿Por qué existen los periodistas en UNICEF?

 

Elena Ruiz, cántabra de nacimiento, es periodista y trabaja en el área de comunicación de UNICEF-Bolivia.

 

A veces uno sueña que escribiendo se puede cambiar el mundo. Tengo claro que esto no es más que una utopía, pero también sé que sin pensamientos imposibles de alcanzar el mundo dejaría de ser mundo y estaríamos bajo el yugo de un automatismo absoluto.

Mi historia con los Andes no comenzó aquí, sino en Ecuador, cuando un día de 2003 se me ocurrió que el mundo podía ser al revés y que el conocimiento no sólo se genera en Europa y en Estados Unidos, sino también en América Latina. Escogí Quito para estudiar un master porque me parecía tremendamente obvio que para conocer un país y sus gentes hay que vivir y aprender de ellos.

Cuando creía que había comprendido todos los porqués de la vida andina, aterricé en Bolivia, en ese desierto árido que es la ciudad de El Alto en La Paz, y me dí cuenta de que tenía que rehacer con urgencia mis esquemas mentales sobre el saber, el poder, el hacer y las relaciones humanas. Aún no logro reconstruir todo esto y creo que la principal razón es que, en el país más pobre de América del Sur, la ausencia de riqueza no está reñida con la complejidad.

Podría decir que el trabajo que realizo en UNICEF-Bolivia no es muy diferente al que he hecho en otros lugares, pero aquí la palabra informar tiene un trasfondo mucho más profundo y amplio que el que pueda tener en un medio de comunicación. Cada vez que escribo sobre un niño, niña o adolescente siento una fuerte responsabilidad porque quiero que eso que hago tenga repercusión, no sólo mediática, sino también en la propia vida de aquellos sobre los que me permitieron contar sus historias.

A veces, como comunicadora y periodista es complicado no caer en ese sentimentalismo que arranca lágrimas fácilmente, sobre todo cuando te encuentras con personas que tienen vidas desgarradoras. Esa es la razón por la que la mayor parte de las cosas que veo y que me trasmiten se quedan simplemente como notas en mi cuaderno de viaje. Sé que prefiero que todo eso se pierda en una conversación entre pupitres o mientras estamos sentados en la puerta de una casa de adobe comiendo papas cocidas, antes de que mis palabras sirvan para despertar ese paternalismo del que tanto han tratado de huir los países en vías de desarrollo.

Trabajo en UNICEF para que cada vez que viajo a un pueblo remoto de Bolivia, al que tengo que llegar después de transitar por indescriptibles carreteras que parecen hechas a arañazos por los habitantes del lugar, los niños y niñas puedan expresar lo que piensan y sienten y, sobre todo, para que esos derechos que aparecen reflejados en la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 algún día lleguen a cumplirse, a través de políticas públicas, en todos los rincones del país.

Siempre que llego a una comunidad no deja de sorprenderme el recibimiento que le hacen a UNICEF. La fiesta es única porque son conscientes de que, aunque muchas veces nos faltan recursos, nuestras intenciones siempre van a estar orientadas a mejorar su desarrollo y calidad de vida. Siento una mezcla de angustia y de impotencia cuando un padre de familia viene a pedirme ayuda y a explicarme que quiere que su hijo estudie pero que no tiene recursos. Lo único que les puedo responder es que escribiré su historia, porque parece ser que quien hizo este mundo tal y como es tenía claro que lo que no se cuenta, no existe. Pero para eso existimos los periodistas.

Algunos datos sobre Bolivia

El 43% de la población boliviana (4,3 millones) tiene menos de 18 años de edad.

 Pobreza – La incidencia de la pobreza extrema alcanza un 37% de la población nacional. Sin embargo, esta proporción abarca más de un 47% en el caso de la población indígena, llegando a un 68% en áreas rurales. La incidencia de la pobreza extrema en menores de 18 años es de un 45,2%, aproximadamente 1,9 millones de niños, y la incidencia de la pobreza moderada es de un 69,6%, aproximadamente 3 millones de niños.  (Fuente – UDAPE/Ministerio de Planificación)

Salud & Nutrición - En la década pasada, Bolivia logró reducir la tasa de mortalidad materna de 390 a 229 por 100.000 nacidos vivos y las tasas de mortalidad infantil y mortalidad de menores de 5 años han experimentado similares reducciones. Aún así, se siguen registrando 15.000 muertes anuales en niños menores de cinco años. (Fuente – Encuestas Nacionales de Demografía y Salud)

Educación - Aunque la matriculación en educación primaria ha mantenido niveles aceptables por encima del 90% y con paridad de género, se detectan dificultades en la permanencia hasta el último grado de primaria entre niños/as y adolescentes de entre 6 y 19 años de edad, la que ha oscilado alrededor del 75%. En el año 2006, existían aproximadamente 294.000 niños y niñas de entre 6 y 13 años fuera de la educación primaria.  (Fuente – Sistema de Información de Educación)