No soy la misma desde el 12 de enero

Diana Valcárcel, coordinadora de proyectos de comunicación de UNICEF España y Yolanda Romero, responsable de comunicación de UNICEF Comité Cataluña, escriben diariamente un Blog para la página web del periódico ABC Volviendo ayer por la tarde hacia la base de la MINUSTAH, donde estamos alojados, pregunté a Mimi Tribie, especialista en VIH de UNICEF, de nacionalidad haitiana, dónde se encontraba cuando tuvo lugar el terremoto.

“Ese día había vuelto de vacaciones de Navidad. Estaba en la oficina intentando leer todos los correos electrónicos que había recibido durante las vacaciones. Estaba deseando librarme de ellos. Ya sabes la pesadilla que es eso…”. Mimi es una persona genial, de esas que uno ve por primera vez y comprende que es especial. Vivió durante 30 años en Estados Unidos. Volvió hace un par de años a cuidar de sus padres. Su madre está enferma y ella es la única hija.

En la oficina de UNICEF, situada en el barrio de Debussy, trabajaban 55 personas. Afortunadamente nadie murió. Pero el edificio es ahora mismo una ruina. La nueva oficina está situada en la base de la MINUSTAH, bajo dos grandes carpas de color tierra. El equipo se ha reforzado y ahora mismo trabajan allí 74 personas. Y seguirá creciendo. Hay mucho trabajo por hacer. “A las 16:48 horas llamé a mi marido para preguntarle a qué hora iba a salir de la oficina. Me dijo que a las cinco”, nos explica Mimi. El día que volvió a la oficina después de vacaciones había obras. “Después de llamar a mi marido sonó la puerta. Era Jean Robert (otro empleado de UNICEF que ahora mismo está trabajando con nosotros en el Departamento de Comunicación). Venía a pedirme que quitara el coche para dejarle salir”. Apagó el ordenador. Bromeó con él y cuando estaba saliendo sintió un temblor que lanzó su cuerpo bruscamente hacia delante. “Lo primero que pensé es que era el impacto de una máquina de las obras. Y luego comenzó a temblar el edificio. Los ojos de Jean Robert se salían de las órbitas. Le dije: ‘Creo que esto es lo que llaman un terremoto’. Y nos pusimos debajo de una mesa. En ese momento se derrumbó una de las paredes de mi despacho. Jean Robert buscó ahí otra mesa para ponerse debajo. Le dije: ‘Vamos a tratar de salir de aquí’. Abrimos otra puerta hacia la recepción. El suelo seguía temblando. Para salir hay que dar a un botón verde automático que abre hacia la puerta de salida, pero tardaba en abrirse”. En ese momento oyó un grito: “Dios mío, Dios mío”. Era alguien que estaba en el despacho del fondo. Mimi se paró para oír de dónde venía la voz. “Esa persona me salvó la vida ya que me retuvo de salir”. Y en ese momento oyeron un ruido tremendo: se demolió un muro que estaban construyendo. “Si hubiera salido en ese momento se me habría caído encima”, narra. Al salir del edificio lo primero que hizo Mimi fue mirar el edificio donde trabaja su marido a ver si seguía en pie. Se ve desde su oficina; es muy alto. “Tuve la valentía de mirar”. Aunque Mimi es una persona apacible y con mucho sentido del humor, al final de la conversación se le pone un gesto grave en el rostro. “Fue como el fin del mundo. Espero no volver a estar en una situación así”. Shehzad Noorani, fotógrafo de UNICEF, le dice: “Pero Mimi, tú eres una persona calmada”. “No, Shehzad, no soy la misma desde el 12 de enero”.