Proteger lo más importante en mitad de la guerra

Visitamos el refugio del hospital donde nació Angelina el día que estalló el conflicto para descubrir cómo, gracias a tu colaboración con Unidos por Ucrania, los niños de Chernígov y sus familias pueden recibir atención médica de calidad y segura.

Angelina tiene ahora tres años. Va a la guardería. La niña nació el primer día de la guerra a gran escala.

Angelina tiene ahora tres años. Va a la guardería. La niña nació el primer día de la guerra a gran escala.

El 24 de febrero de 2022 supuso un antes y un después para los niños y niñas ucranianos. Fecha en la que el país amaneció bajo los primeros bombardeos de la guerra que cambió para siempre el día a día de las familias a lo largo y ancho de todo el país. Los niños pasaron de alegrarse al escuchar la sirena del colegio para salir al recreo a aterrorizarse cada vez que una sirena les avisaba de un posible bombardeo. Sin embargo, entre todo el dolor y la pérdida por la guerra, la vida ha seguido abriéndose camino.

Maryna no esperaba ponerse de parto ese día, pero su hija Angelina no quería esperar más. Cuando llegaron al hospital, todo parecía tranquilo, pero solo porque nadie contaba con que la guerra estallara solo unas horas después. “Nadie se creía lo que estaba pasando”, nos explica Maryna. Pero cuando empezaron las primeras contracciones, también empezó el temblor de las ventanas, las explosiones y el pánico entre el personal médico. En ese momento, el objetivo de las matronas estaba claro: proteger a las mamás y a los bebés a toda costa.

Maryna y Angelina visitan el hospital donde nació la pequeña tres años después.

Maryna y Angelina visitan el hospital donde nació la pequeña tres años después.

El lugar más seguro para todos los pacientes del hospital estaba a unos cuantos metros bajo tierra: en los sótanos del edificio, convertidos en refugios antiaéreos improvisados. Maryna no se podía creer que fuera a dar a luz en mitad de la oscuridad, solo con la luz de una linterna, en una habitación fría y sin ni siquiera una cama donde descansar con su pequeña. Pero así fue. Angelina fue la primera niña en nacer en medio del caos, pero, por desgracia, no iba a ser la única. Por eso, desde UNICEF nos propusimos una meta: acondicionar el sótano del hospital para que los bebés ucranianos nacidos en tiempos de guerra llegaran a este mundo con unas condiciones dignas.

Gracias a las colaboraciones recibidas a través de programas como Unidos por Ucrania, hoy en día ese refugio está irreconocible. Ahora es un espacio luminoso totalmente renovado y equipado para cualquier situación de emergencia. Tiene paritorio, quirófanos, una zona de juego para los más pequeños, decenas de camas, material de diagnóstico… Como nos cuenta Vira, la supervisora de las matronas, la diferencia es abismal. Ella estuvo 42 días bajo tierra ayudando a las mamás y a los recién nacidos, intentando mantener la calma y trabajando con lo poco que tenían. Pero ahora, “hay camas cómodas, todo está reformado… Si es necesario, podemos alojar a unas 100 mamás y a sus bebés. ¡No tiene nada que ver con lo que había antes!”, nos cuenta ilusionada.

La ciudad de Chernígov está situada al norte del país, cerca de la frontera, por lo que tener un refugio equipado es de vital importancia. Así que, además de todo el material sanitario y las obras en las instalaciones, ahora también cuentan con una ambulancia para garantizar que los bebés que lo necesiten puedan ser trasladados rápidamente a una zona más segura. Nada que ver con lo que tuvieron que vivir durante los primeros meses, como nos cuenta Vira: “Cada vez que lo recuerdo, me echo a llorar. Normalmente un parto es sinónimo de felicidad, pero sin electricidad ni calefacción nos fue muy difícil sacar a los bebés adelante”. 

Con ayudas como la tuya hemos equipado el refugio como si fuera otra planta del hospital.

Con ayudas como la tuya hemos equipado el refugio como si fuera otra planta del hospital.

Tres años después, Maryna nos enseña el lugar donde nació su pequeña y se emociona recordando aquel día: “No sé cómo lo hicieron, pero consiguieron que nos sintiéramos a salvo”, nos cuenta. Esa seguridad, en un contexto como el que estaban viviendo, fue un auténtico salvavidas.

A pesar de todo lo que han vivido allí abajo, las matronas lo tienen claro: ojalá que no vuelvan a necesitar el refugio . Pero saber que existe, que está totalmente preparado y equipado y que fue construido mediante la solidaridad de todos, les da la tranquilidad y la fuerza para seguir adelante, pase lo que pase. 

Historias como la de Angelina nos recuerdan que la vida sigue, incluso en los momentos de mayor incertidumbre.. Y con la ayuda de personas como tú, los equipos de UNICEF en la zona seguirán trabajando sin cesar para que todas las niñas y niños ucranianos puedan crecer y vivir en un entorno seguro.