El pueblo rohingya y el bangladesí: un mismo equipo
Esta iniciativa de UNICEF ha conseguido dejar fuera de juego las diferencias entre ambos pueblos para que las niñas disfruten unidas de lo que más les gusta: jugar al fútbol y aprender de otras culturas.
Con millones de fans en todo el planeta, el fútbol es conocido como el deporte que une al mundo. Durante los 90 minutos de partido, todo se olvida, y solo quedan jugadores y aficionados que quieren compartir su gran pasión.
Con esa premisa, en UNICEF estamos fomentando una iniciativa que une en el terreno de juego a las niñas rohingya y a las niñas de Bangladesh, y podemos decir que hemos marcado un gol por toda la escuadra.
Desde que en 2017 el pueblo rohingya empezara a refugiarse en el vecino país de Bangladesh, una de nuestras prioridades ha sido garantizar la coexistencia de ambas comunidades siguiendo los principios de generosidad y solidaridad. Aunque acoger a más de un millón de personas de un día para otro generó ciertas tensiones entre los habitantes de la región donde se asentaron los campos de refugiados. Para relajar esas tensiones basadas en el desconocimiento, hemos construido centros sociales en el campo de Cox’s Bazar para intentar fomentar actividades que les ayuden a aparcar sus diferencias y a vivir en paz. En 2022, más de 42.000 jóvenes rohingya y de las comunidades anfitrionas participaron en este proyecto, y viendo este éxito, en 2023 seguiremos fomentando iniciativas como las de los partidos de fútbol para chicas.
En los partidos no hay diferencias entre ellas, solo chicas dispuestas a pasar un buen rato.
Te presentamos a las protagonistas de esta historia. La primera es Ruma, una joven refugiada rohingya de 15 años que lleva más de cinco viviendo en Cox’s Bazar. Después de un angustioso viaje junto a su familia, consiguieron llegar a Bangladesh junto a otras 300.000 personas, las cuales, a día de hoy, se han convertido en más de un millón. A la joven, sus padres no le dejan jugar al fútbol con sus hermanos varones porque “eso es cosa de chicos”, pero lleva años observándoles y aprendiendo tácticas y jugadas que ahora, por fin, puede poner en práctica. “Cuando juegan mis hermanos, me quedo mirándolos y memorizo algunos trucos para cuando juego con las chicas en el centro social de UNICEF”, nos explica. Y tanto es así, ¡que se ha convertido en la mejor futbolista del equipo!
Ruma posa sonriente junto a sus compañeras antes de que el árbitro pite el comienzo del partido.
En el otro lado del campo tenemos a Shamsuna, la capitana del equipo de Bangladesh. Como ella mismo nos cuenta, todavía no son las mejores amigas del mundo, pero reconoce que cada vez se lleva mejor con las niñas rohingya. El fútbol les da la oportunidad de jugar entre ellas y no contra ellas, y les ayuda a ser más tolerantes. “Lo más importante es que he aprendido a vivir en paz con los demás, independientemente de dónde vengan”, nos explica. Además, en el centro social tienen la oportunidad de participar en talleres de narración donde los jóvenes cuentan sus experiencias personales. “Estamos aprendiendo a convivir juntos y a respetar nuestras culturas. ¡Este lugar es genial!”, nos cuenta emocionada.
La joven Shamsuna, preparada para poner el balón en juego y pasar un buen rato.
Después de charlar un rato con las jugadoras, tenemos la oportunidad de ver in situ uno de los partidos que juegan todas las semanas, sin excepción. A ninguna de las chicas parece importarle el calor abrasador de Bangladesh durante el día, correr descalzas por la tierra del campo, ni el tamaño de la cancha. Se lo están pasando tan bien que, por un momento, se olvidan de todo lo demás. Ruma tira a puerta y ¡gooooooool! Sin embargo, Shamsuna protesta a voz en grito diciendo que ha sido fuera de juego. El gol es anulado y el juego continúa, pero Ruma nos mira con cara de pilla diciendo: “No me importa, marcaré otro”. Y así lo hace, el partido termina 3-2 a favor del equipo rohingya y son las ganadoras del partido amistoso de esta semana.
Las ganadoras del partido de esta semana son… ¡El equipo rohingya!
Los centros sociales que estamos poniendo en marcha gracias a tu colaboración con el programa Unidos por los rohingya son un soplo de aire fresco en la vida de miles de niños y niñas de la comunidad rohingya. Ruma y sus compañeras nos confiesan que estos partidos de fútbol son un auténtico regalo para ellas, así como el resto de las actividades organizadas por los centros sociales: “Estoy encantada de venir al centro tres días a la semana, porque podemos hacer amigos de una comunidad diferente y aprender cosas tan importantes como la prevención del matrimonio infantil”, nos explica.
Este proyecto tiene como objetivo fomentar la amistad y el entendimiento entre los dos pueblos para sacarle tarjeta roja a la falta de solidaridad. Como siempre, solo podemos darte las gracias por colaborar con UNICEF para proteger los derechos de la comunidad rohingya y para que los niños, al fin y al cabo, puedan seguir siendo niños y crecer en paz.