Un manantial de esperanza tras las inundaciones de Pakistán

El agua, que fue el peor enemigo de las familias tras los desbordamientos y las lluvias torrenciales del año pasado, vuelve a ser apta para el consumo en las zonas más afectadas gracias a la respuesta de UNICEF.

Imagen de unos niños

Han pasado más de seis meses desde que las lluvias torrenciales y los desbordamientos de Pakistán sumergieran al país en una crisis humanitaria sin precedentes. Más de 3.000 kilómetros de carreteras bloqueadas, 150 puentes destruidos, cosechas arruinadas y más de 33 millones de personas afectadas que, a día de hoy, siguen sin poder volver a la normalidad. A todo esto, hay que sumarle la escasez de agua potable, algo a lo que ya tenían que hacer frente incluso antes de las inundaciones y que se ha convertido en la prioridad de los equipos de UNICEF sobre el terreno. Gracias a tu colaboración con el programa Unidos por el cambio climático, cientos de familias de la región de Punyab están recuperando la esperanza y disfrutan de algo tan básico como estaciones de saneamiento y agua apta para el consumo.

Mehreen, una niña de 12 años que vive en el distrito de Rajanpur es la protagonista de nuestra historia y la que nos está ayudando a entender cuál es la situación a la que se enfrentan las familias. La zona en la que vivía junto a sus padres y sus cuatro hermanos fue la más afectada por las inundaciones, que se tragaron literalmente el pueblo que la vio crecer. “Había agua hasta donde nos alcanzaba la vista, pero no teníamos nada para beber”, nos cuenta. Al ser una aldea remota y sin posibilidad de acceder a la zona por carretera, los habitantes estuvieron incomunicados durante semanas y tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir sin agua y sin comida.

Imagen de una niña

La joven Mehreen nos enseña el refugio que se ha convertido en su nuevo hogar.

Antes de sufrir esta emergencia climática, que no hizo sino agravar aún más la situación, las comunidades de Rajanpur se encontraban entre las más desfavorecidas de todo el país. La mayoría de los pueblos dependían del agua subterránea, que no era potable, y los pocos que contaban con sistemas de abastecimiento vieron como su bien más preciado desaparecía tras las tormentas. No podemos olvidar que si sumamos agua insalubre y saneamiento deficiente el resultado es la desnutrición aguda, que ya afecta a 1,5 millones de niños y niñas y que serán muchos más si no actuamos de manera urgente.

Imagen de una niña recogiendo agua

Mehreen va a recoger agua con un cubo para llevársela a sus hermanos.

“Hasta que empezó a llegar la ayuda, mi madre filtraba el agua sucia de los charcos a través de un paño y luego la calentaba en un fuego de leña. Bebíamos un poco después de que se enfriara, pero sabíamos que no era seguro”, nos explica la joven. Como nos cuenta Muhammad Tufail, especialista en emergencias de UNICEF Pakistán, “tan pronto como despejaron las carreteras, llevamos agua potable con camiones cisterna a las zonas más afectadas, pero esto fue semanas después, cuando el agua empezó a retroceder”. Desde ese momento, estamos centrando nuestros esfuerzos en reconstruir las instalaciones relacionadas con el agua y saneamiento para que los niños y las niñas de la zona tengan el acceso al agua garantizado, y tú nos estás ayudando a conseguirlo.

Imagen de una niña recogiendo agua

Mehreen utiliza la bomba de agua que acabamos de instalar en su pueblo.

“Los nuevos sistemas de abastecimiento de agua construidos por UNICEF usan energía solar para alimentar las bombas de agua. Esto supondrá un gran alivio en la carga económica de las comunidades, que antes tenían grandes dificultades a la hora de pagar las facturas de la luz. Como no podían hacer frente a ese gasto, muchos de estos sistemas fueron abandonados y los lugareños empezaron a usar agua subterránea sin tratar”, nos explica Rauf Sumbal, director de Desarrollo Comunitario.

Además, y puesto que Pakistán sigue siendo un punto crítico para futuros desastres climáticos, estamos centrando nuestra estrategia en la prevención, para que esto no vuelva a suceder. Por eso, los nuevos sistemas de agua y las bombas manuales se han instalado en terrenos elevados, y los paneles solares se han construido sobre unos pilares para que, en caso de lluvias torrenciales, las instalaciones no se vean afectadas.

Imagen de unos paneles solares

Vista aérea de los paneles solares que darán energía a las bombas de agua.

Para Mehreen y el resto de las familias de la comunidad lo peor ya ha pasado, pero todavía luchan por reconstruir sus casas y siguen viviendo en refugios improvisados. Hasta que llegue el momento de instalar las nuevas tuberías con las que llevaremos agua potable a todos los hogares, en UNICEF estamos proporcionando agua apta para el consumo a través de fuentes provisionales y bombas manuales. Como Mehreen nos cuenta, “La bomba que ha instalado el equipo de UNICEF está al lado de mi casa, ahora puedo ir a buscar agua siempre que lo necesite”.

Los avances que hemos logrado hasta el momento están beneficiando a más de 100.000 personas y, cuando terminemos las obras, 300.000 personas podrán disfrutar de agua potable en sus casas.

Además, estamos trabajando para reconstruir, reparar o proporcionar:

  • 39 sistemas de suministro dañados
  • 45 sistemas de suministro de agua alimentados por energía solar
  • 20 sistemas de filtración de agua
  • 10 estanques de tratamiento de agua
  • 200 bombas manuales comunitarias

¿Has visto todo lo que estamos consiguiendo en Pakistán gracias a personas como tú? Tu colaboración logra cambios reales en la vida de niños y niñas con Mehreen. Cambios que, además, perdurarán en el tiempo beneficiando no solo a los niños de hoy, sino también a los de mañana.

 
© UNICEF/UN055819/Sokhin
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