La huida de una familia siria para buscar refugio en Irak
Por Chris Niles, UNICEF.
Shereen tiene 25 años y es madre de dos hijas: Yasmine, de 2 años, y Ayenda, de siete meses. Shereen está preocupada por la más pequeña porque tiene diarrea.
Shereen, sus dos hijas, su hermana, su cuñado y sus cuatro
sobrinos fueron de los primeros en cruzar la frontera siria
cuando se abrió hace poco más de un mes. Su casa es ahora
una pequeña tienda en el campo de refugiados de Kawergosk. “Es muy,
muy diferente vivir aquí”, cuenta Shereen. “No es el mundo que
conozco, tuve que salir de él”.
Shereen cuenta cómo el conflicto se les iba aproximando a ella
y su familia, y empezaban a quedarse sin comida. Cuando llegó la
oportunidad de venir al Kurdistán iraquí, así lo hicieron.Al igual que decenas de miles de personas, caminaron
durante horas hasta alcanzar a la frontera, donde llegaron solo con
lo puesto. Desde que se abriera la frontera a mitad de
agosto, unos 60.000 sirios han cruzado a Irak, convirtiéndose en
refugiados.
Kawergosk es uno de los varios campos que se han
construido en respuesta a esta emergencia. Es un hogar
temporal para unas 17.000 personas. UNICEF y sus aliados trabajan
para dar respuesta a esta crisis, suministrando 500.000
litros de agua potable al día, y apoyando laclínica que Médicos Sin Fronteras abrió esta
semana para tratar a niños como Ayenda. Además, se está llevando a
cabo una campaña de promoción de los hábitos de
higiene, para que, a pesar de las altas temperaturas y de
tener que compartir las infraestructuras, las familias puedan
mantenerse sanas.
Tener a su familia alrededor ayuda a Shereen a lidiar con esta
situación, pero anhela la comodidad de su antigua
vida. “Lo más importante es tener una vivienda adecuada”,
dice.
Sin embargo, y a pesar de las dificultades, está feliz de que
sus hijos estén ahora lejos del conflicto. Cuando se le
pregunta por el futuro, quiere dos cosas: paz y volver a
casa. “Pero deseo esto no por mí, sino por mis hijos”,
dice.