Crisis de Siria: "hemos venido a contar nuestra historia. Somos víctimas"
Post de Toby Fricker, en UNICEF Jordania.
“Somos los niños de Siria,no nos olvidéis”. Sus voces llenan la tienda de campaña con una
energía que te golpea como el viento del desierto que cruza el
campo de refugiados de Za’atari.
Farah*, de 11 años, es de Dera’a, en el sur
de Siria. Ella interpreta el papel principal en una obra de
teatro que se centra en el derecho a la
educación. Los niños que actúan están en uno de los14 centros para familias y niños distribuidos a lo
largo de Za’atari, que alberga a unas90.000 personas. La mitad son niños.
Los centros proporcionan apoyo psicosocial a
niños de entre 5 y 18 años.
“Hay guerra y destrucción por todas partes”,
continúa la obra. “Vuestros sueños no se perderán.
Sin educación y aprendizaje no lograréis la paz”, es la
respuesta.
Estas palabras de esperanza no siempre han
estado ahí. “Los primeros días hablaban y dibujaban sangre y
matanzas. Pero después de un tiempo empezaron a dibujar flores”,
explica Mohamed Alzzeh, de Save the Children. Esta organizaciónaliada gestiona el centro
con apoyo de UNICEF y fondos de la Dirección General de Ayuda
Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea (ECHO, por
sus siglas en inglés).
Las actividades incluyen teatro,pintura y costura, entre otras, y
están diseñadas para animar a los niños a expresarsu creatividad y sentimientos. “Los niños se
centran en algo, trabajan en equipo y desarrollan sus papeles”,
dice Alzzeh.
La interacción es especialmente importante, ya que los jóvenes
usan a menudo la retirada como mecanismo de defensa tras las
horribles experiencias que han sufrido en Siria. Muchos no han
visto a sus amigos desde que dejaron el país, yestablecer nuevas relaciones es
esencial para reconstruir suconfianza.
Tiempo para sanar y tiempo para aprender
Cuando Farah llegó con su famlia a Jordania
hace 10 meses, le daba miedo hacer cualquier cosa.
“Al principio tenía tanto miedo que ni siquiera iba al colegio”,
dice. Pero tras pasar tiempo en el centro, Farah empezó a abrirse.
“Ahora está dispuesta a aprender y a ver nuevas
cosas”, dice su padre, Abdul*.
Su mayor alivio es que sus cinco hijas están a salvo y
participan en actividades infantiles normales de nuevo, como ir al
colegio. “Nunca pensé que tendríamos que dejar nuestra casa o
nuestra ciudad, pero nos atacaban. Mis hijas estaban enriesgo de ser secuestradas o
violadas, así que tuvimos que irnos”. Abdul admite que vivir en
Za’atari está muy alejado de llevar una vida normal y se enfrentan
a muchos retos, pero al menos se han librado del conflicto
violento.
“El futuro será mucho mejor”, proclama Farah
en la obra, como si fuera un hombre de Estado anunciándolo a su
país. “Es nuestro derecho a tener educación y vivir en
paz, como cualquier niño del mundo”, finaliza la
obra.
Con fondos de ECHO y otros donantes, más de 150.000
niños y adolescentes han recibido apoyo psicosocial desde
enero de 2013. Este trabajo de protección es
esencial para proporcionar a los jóvenes la oportunidad de
recuperar su Infancia y evitar una generación perdida
*Los nombres han sido cambiados para proteger las
identidades.