La historia de Sunita: violencia sexual infantil en Nepal
Post de Blanca Carazo, responsable de Proyectos de Cooperación de UNICEF España
Virginia Pérez es la Jefa del Programa de Protección de UNICEF en Nepal. Esta semana ha venido a visitarnos y nos ha traído a Sunita para contarnos su historia: una historia dura con dos finales. Sunita es una muñeca, pero su historia podría ser la de cualquier niña de Nepal.
Sunita tiene 12 años y vive en una remotaaldea de Nepal. En la casa que
comparte con sus padres y sus dos hermanas no hay
baño, por lo que Sunita sale por la noche y se aleja hacia
el campo para hacer sus necesidades. En el camino de regreso,un hombre se acerca a Sunita y la
viola. Ese hombre es su tío tercero, o suvecino o, en el peor de los casos, unmaestro de su escuela.
Sunita, con 12 años, herida, asustada y
violada, no sabe qué hacer, a quién acudir, cómo
reponerse, ni cómo contar lo que acaba de vivir. Llega a su casa,
donde está su madre. Al verla llegar, con signos
de violencia, y la ropa sucia y ensangrentada, comprende lo que
acaba de pasar, pero tampoco ella sabe qué hacer.
Le hubiera gustado llevar a Sunita a unhospital, pero el hospital está demasiado lejos,
no tienen dinero para el transporte y la asistencia médica y, sobre
todo, tiene miedo. Miedo a la reacción de su
marido y a la del agresor, que es alguien cercano; miedo a que todo
el mundo sepa lo que ha pasado y a ver a su hija señalada y
discriminada, e incluso expulsada de la familia y de la aldea.
Sunita y su madre deciden callar, no contar a nadie lo que ha
ocurrido y seguir con su vida.
El miedo, el silencio, ladiscriminación, unas costumbres que toleran laviolencia sexual, y la falta de
servicios adecuados y accesibles tejen una oscura red que
oprime a las niñas y mujeres víctimas de violencia sexual, y dejaimpunes a los agresores.
EL TRABAJO DE UNICEF EN PROTECCIÓN INFANTIL
Afortunadamente, e incluso con el mismo principio y la misma
agresión, la acción de UNICEF en Nepal hace
posible que la historia de Sunita, cada vez en más
casos, tenga un final diferente.
En el segundo final, Sunita llega a su casa, habla con su
madre y ambas se dirigen a otras mujeres que forman parte de unGrupo de Mujeres. Gracias a un mecanismo desolidaridad comunitario, estas les proporcionan el
dinero suficiente para ir al hospital. Allí, el
personal de salud trata a Sunita con respeto, le explica queella no tiene la culpa de lo que ha pasado y le
ofrece los cuidados médicos que necesita. También
pone a su disposición una psicóloga con la que
Sunita puede hablar de cómo se siente y recuperaren cierto modo la confianza.
Además, Sunita y su madre tienen la opción, si lo desean, dedenunciar al agresor, para lo cual un policía de
la Unidad de Delitos de Género la visita y cuenta con elapoyo legal gratuito de unabogado. Mientras tiene lugar este proceso, Sunita
puede quedarse en un centro de acogida, donde
recibe atención psicológica y todo lo que
necesita. Entre tanto, un juez especializado en menores lleva el
caso y detiene al agresor.
Para que todo esto sea posible, UNICEF ha ofrecidoformaciones a los distintos profesionales
implicados: policías, jueces, abogados, personal
sanitario, en las que todos ellos han aprendido cómo
tratar adecuadamente a Sunita respetando susderechos. Además, UNICEF ha apoyado el
funcionamiento del centro de acogida y, sobre todo, ha logrado,
junto con las autoridades locales, que existacoordinación entre todos estos servicios. También,
UNICEF trabaja con las comunidades para cambiar la
percepción de la violencia contra las niñas y que deje de
considerarse “normal” e inevitable.
Con este segundo final, no habremos evitado la violación de
Sunita, pero si habremos hecho que pueda recuperar la
esperanza y la confianza en sí misma y en el mundo, y
habremos tirado de algunos hilos para ir deshaciendo esa red desilencio e impunidad que perpetua la
violencia contra las niñas. Poco a poco, habremos evitado
que Sunita se sienta totalmente indefensa y desprotegida, y que
ella, y muchas otras niñas como ella, vuelvan a sufrir ataques y
violencia sin que nadie haga nada.
Muchísimas gracias a Virginia por traernos a Sunita, y por
recordarnos que podemos hacer mucho para que su historia no
se repita. Y muchísimas gracias a todos los que colaboran
con UNICEF por ayudar a todos los profesionales de protección de la
infancia a tirar de los hilos, deshacer las redes de silencio y
miedo, y tejer nuevas redes de apoyo, cuidado y confianza para
todas las niñas y niños víctimas de abusos y
violencia.