Jeanne

Diana Valcárcel, Coordinadora de Proyectos de Comunicación de UNICEF España, escribe para Cuaderno de Terreno desde Puerto Príncipe Jeanne no es su nombre real. Lo utilizamos para proteger su identidad. Su nombre real está ligado en un idioma a una planta que simboliza el poder. Y nada más lejos del poder que la vida de Jeanne. 

 

Mujer, 28 años, seropositiva, embarazada de seis meses, sin casa tras el terremoto. Su compañero y su padre murieron en el terremoto. Perdió su trabajo tras el terremoto. Perdió su esperanza, la mayoría de sus afectos y sus cosas materiales tras el terremoto. Pero tiene a una niña en su vientre que verá la luz en dos meses. “¿Has pensado en un nombre para la niña?”, le pregunto. “No, no puedo pensar. No tengo capacidad de pensar tras el terremoto. Estoy turbada”. Jeanne también perdió su tratamiento de antirretrovirales cuando se destruyó su casa. Afortunadamente, unos días más tarde consiguió que en una clínica le dieran sus medicinas. Parar el tratamiento ha sido el pánico de muchas mujeres embarazadas en Haití tras el seísmo. A medida que Jeanne nos habla de su situación, se le caen las lágrimas. Es la historia más dura que he oído desde que he llegado a Haití. Mujer, embarazada, sola, sin trabajo. ¿Puede existir una desprotección mayor? Tras el terremoto, como la mayoría de los haitianos, vive en un campo de desplazados, en una tienda de campaña. Un total de 45 familias se alojan en este territorio, si es que se puede utilizar el verbo alojar para definir el hecho de estar bajo unos plásticos. Conversamos con ella en su tienda de campaña. Estamos sentados encima de un colchón. Hace un sol de justicia hoy, muchísimo calor, y bajo esos muros de plástico más aún. “Aquí vivimos quince personas”. La dimensión de la tienda debe ser de cuatro por dos metros. Jeanne estaba saliendo del mercado el día 12 de enero por la tarde, cuando vio que un muro se le vino encima. Lo primero que hizo fue proteger a su bebé poniendo las manos en su tripa. El muro cayó sobre su brazo izquierdo. Tiene roto el dedo índice. En el momento del terremoto pensó que era algo que estaba ocurriendo en el barrio donde se encontraba, pero al volver hacia su calle vio que toda la ciudad estaba destrozada. Llegó a su casa y la encontró hecha escombros. Buscó un trozo de tela para ponérsela en el dedo roto y durmió en la calle. A la mañana siguiente se enteró de que su padre y su compañero habían muerto. Le pregunto a Jeanne qué hace durante el día. “No hago nada. A media mañana salgo a la sombra porque en la tienda de campaña hace demasiado calor. Y cocino”. Mimi Tribie, una mujer haitiana de UNICEF experta en VIH/SIDA con la que estamos, le pregunta si no cree que le ayudaría colaborar con alguna asociación, al menos para que se distrajera mentalmente. “No tengo más ropa que la que llevo”.

Apoyo de UNICEFJeanne supo que era seropositiva en junio de 2006. La enfermera que le hizo el test le dijo que no iba a poder tener hijos. Y le produjo una enorme tristeza porque le encantan los niños.Pero a través de la asociación Serovie, a la que UNICEF apoya, le explicaron que si seguía un tratamiento, podría tener hijos. Como entonces trabajaba y tenía dinero para pagarlo, comenzó a recibirlo en un hospital privado donde estaba segura de que iban a proteger la confidencialidad de su enfermedad. Como ha perdido su trabajo, ya no tiene dinero para pagar el tratamiento en este centro. Le asusta la idea de ir al Hospital General de Puerto Príncipe por si la gente se entera de su caso. Antes del terremoto había en Haití 120.000 personas con VIH. De entre ellas hay unas 50.000 que son mujeres. La información que existe sobre transmisión vertical (contagio de madre a hijo) no es precisa, pero se calcula que hay en torno a 10.000. En los últimos años ha crecido el número de adolescentes que han contraído VIH. Hay el doble de casos de chicas con VIH que de chicos. Reginald Dupont es el Secretario General de PHAP+, una plataforma haitiana que engloba a 14 asociaciones de VIH. Una de estas asociaciones parte es Serovie, que atiende a personas como Jeanne. Después del terremoto, el 40% de los locales de las asociaciones han quedado destruidos. Dentro de ellos estaban las medicinas, los contactos de la gente a la que trataban; sus medios de trabajo. Preguntamos al señor Dupont si cree que tras el terremoto existe un peligro mayor para las adolescentes haitianas de contraer VIH. “Sí, es un hecho. Están en la calle con amigos, no van al colegio. Va a ocurrir”. Ahora mismo algunas asociaciones están dando formación en prevención de VIH en algunos campos de desplazados. Lo anuncian por la radio. Desde el terremoto ha sido el medio de comunicación más eficaz.UNICEF necesita seguir asegurando que los haitianos seropositivos reciban asistencia médica. Para ello, ya está apoyando al Ministerio de Sanidad, y va a comenzar a trabajar en áreas rurales y con adolescentes. Salimos de la tienda de Jeanne. Y esperamos a que en mayo alumbre con salud mental y física la única alegría que ahora mismo tiene en potencia.