Haití: Un año, tres meses y trece días después

Por Diana Valcárcel, Coordinadora de Proyectos de Comunicación de UNICEF España

Campamento de desplazados de Aviation Camp, Puerto Príncipe, diez de la mañana y un hervidero de actividad invade el espacio: mujeres con bidones de agua en sus cabezas, niños correteando de un lado a otro, madres peinando a sus hijos, jóvenes charlando en pandillas. 

Estamos rodeados de esqueletos de antiguos helicópteros en este campamento que en el pasado servía de aeropuerto para vuelos internos. Hoy en día acoge a más de 10.000 habitantes que desde el terremoto del12 de enero de 2010 se trasladaron a este lugar en busca de refugio tras perder sus hogares.

Como es temporada de lluvias,  me detengo a mirar esos habitáculos hechos de plásticos, palos y algo de cartón, un poco de uralita otras veces, y pienso en el diluvio de la noche anterior… Mientras escribo estas líneas cae de nuevo una fortísima lluvia tropical y pienso otra vez en su lucha diaria contra los elementos.
 
Rothline Josel, de 28 años, está con su bebé Sainirlson, de ocho meses, en la cola del centro de nutrición que la Fundación para el Desarrollo de la Familia Haitiana (FONDEFH, en sus siglas en francés) dirige con el apoyo de UNICEF. “Vine a vivir a este campamento después del terremoto.  Al centro vengo desde que estoy embarazada. Mi hijo está bien, come bien, aquí le han vacunado de todo lo necesario”, asegura.
 
Rothline, que tiene otros dos hijos, sueña en voz alta sobre su futuro: “Me gustaría que cambiaran las cosas porque estamos viviendo en una situación muy mala. En las tiendas de campaña hace mucho calor, por el cambio de temperatura al salir, y los niños cogen fiebre. Están siempre enfermos”.  A mi pregunta de si ve que ha habido mejoras un año, tres meses y trece días después del terremoto, afirma: “Sí, han cambiado algunas cosas, este centro da mejores servicios y hay más seguridad en los campamentos”.
 
Se perciben algunos cambios en la capital de Haití: hay menos escombros, algunascasas se están reconstruyendo y el número de habitantes en loscampamentos de desplazados hadisminuido (de 1,2 millones a 680.000). No obstante, los desplazados no siempre se han ido por motivos positivos. Muchos lo han hecho por las malas condiciones, por el impacto del clima, por la inseguridad o por desalojo. Lo que es obvio es que hay una tarea ingente por delante.
 
Hay algo que no deja de impactarme: laresistencia de los haitianos y suánimo. Se ha hablado mucho de esto y es cierto, lo comprobé conversando con muchos de ellos. “Sí, nuestra vida es dura, pero tenemos ánimo e ilusión de que las cosas cambien”, decían. Cambios que desde UNICEF están orientados amejorar la vida de losmás de cuatro millones de niños haitianos, el futuro sobre el que este país caribeño ha de asentar sólidos cimientos.