Ruanda: es posible cambiar la vida de los niños que viven y trabajan en las calles

No se sabe con exactitud cuántos niños  viven y trabajan en las calles de Ruanda, pero las estimaciones van desde cientos hasta miles de ellos. Muchos viven en las calles de ciudades como Kigali, la capital, donde están expuestos a la violencia y la explotación.

Gracias a centros como Fidesco Ruanda, una organización establecida en 1994 para proporcionar un refugio seguro a los niños y que recibe el apoyo de UNICEF, muchos niños están regresando a sus hogares.  

Para conseguir reunificar a las familias, los trabajadores sociales de Fidesco identifican a los niños que viven en las calles o que se encuentran en centros de tránsito de la policía. Los que acceden acudir al centro, reciben comida, un lugar para dormir y una oportunidad para regresar a la escuela. Además, reciben apoyo psicosocial para comenzar el proceso de reinserción con sus familias y comunidades.

Prestar apoyo a las familias tras la reunificación

"Empezamos el proceso de búsqueda de sus familias", dijo el coordinador de Fidesco, José Bitega. "Sin embargo, muchos niños tienen recelos, ya que a menudo la relación se ha roto, por lo que hacemos visitas acompañadas y actuamos como garantes en caso de que algo suceda", añade.

"Cuando logramos reunir a un niño, no nos limitamos a dejarlo con su familia y a marcharnos", explica Bitega. "Hemos descubierto que las familias a menudo necesitan ayuda para cuidar adecuadamente a sus hijos, tanto económica como psicológica. La mayoría de estas familias viven en la pobreza y no pueden pagar la comida y la educación. Tenemos que resolver los problemas de fondo para contribuir a que el niño pueda permanecer en la casa. De lo contrario, se podría marchar de nuevo".

Un futuro mejor para Elisa Kwizera

Elisa Kwizera, de 13 años, vivió en las calles durante tres años. "No tenía sentido quedarse en casa", dijo. "No teníamos comida. Había dejado la escuela, así que me escapé".

Después de acabar en un centro de tránsito de la policía, se encontró con una trabajadora social de Fidesco y decidió buscar una salida aceptando los servicios del centro. Ahora, Elisa está de regreso con su familia y es el mejor estudiante de su clase. "Estudio mucho ahora. Por eso soy el primero de la clase y mi madre está orgullosa".

"Es una alegría tenerlo de vuelta. Fidesco me prestó 300 dólares para instalar un pequeño puesto de verduras. Mi marido gana un sueldo mínimo como guardia de seguridad, pero mi puesto es ahora la principal fuente de ingresos de la familia y la razón por la que Elisa haya decidido quedarse. Estoy muy feliz", cuenta su madre.

"Eso no significa que todos nuestros problemas estén resueltos", dijo Elisa. "Mi escuela me ha pedido que compre materiales de geometría y más cuadernos. ¿De dónde voy a conseguir el dinero? Y la escuela está lejos. Me lleva tres horas ir y volver todos los días".

Los desafíos pendientes

UNICEF ha apoyado a Fidesco desde 2006 mediante asistencia técnica y financiera, y ahora está trabajando para ampliar estos servicios a otros centros.

"Hemos estado trabajando con Fidesco y con otro centro parecido para establecer un modelo de reintegración que sea eficaz y sostenible para niños como Elisa", dijo el especialista de Protección de la Infancia de UNICEF, Maxime Germain.

"Esperamos que los resultados que hemos sido capaces de lograr ahora se reproduzcan en todos los centros que atienden a los niños que viven en las calles de Ruanda".