Acompañar para ejecutar y así avanzar

Ines Lezama es coordinadora del Proyecto de Lucha contra la Malnutrición Infantil en UNICEF Mauritania En ocasiones me cuesta escribir, no por pereza, si no porque es una rutina que desgraciadamente he perdido. El volumen de trabajo y el tener que establecer prioridades, hace, en ocasiones, tener que dedicar más tiempo a acciones de gestión, de seguimiento, de refuerzo, etc. Y es que es importante apoyar, reforzar al gobierno para ejecutar acciones de alto impacto, que cubran las necesidades de muchos niños y que protejan y garanticen sus derechos básicos.

Esto no es siempre tarea fácil y menos en contextos como este en el que los frutos de siembra tardan en madurar, pero es la misión de UNICEF y en la sección de supervivencia y desarrollo infantil es una de nuestras pautas.Aun así el trabajo en el terreno sigue siendo una de las cosas que más me motiva. Hace dos días me encontraba en Boghé, ciudad fronteriza de la región de Brakna. Se trata de un lugar mágico, cuyos obsoletos edificios y casetas y chozas, me hacen viajar a la época de la colonización. No es que en sí sea meritorio recordar ese periodo, pero es como si la cuidad tuviera mucho que contar sobre la vida de sus gentes a través del tiempo. Sin embargo, si uno entra en el centro de salud, parece que los años no han pasado, y que las nuevas tecnologías, la logística, los materiales de última generación, no han ocurrido aún, no son parte de la historia. Fam, responsable de la maternidad, me enseñó la sala de partos. Pensé en ese mismo instante en el coraje de las mujeres, ya sean las que ayudan al parto, como las que dan a luz. Se me encogió el corazón. En ese instante pensé en que algo deberíamos hacer: cambiar los camastros, los paritorios. Sí que es importante esta labor, pero aún tiene más repercusión e impacto el formar a las personas y en reforzar y apoyar a reestructurar el sistema sanitario del país. Sí, esa es nuestra labor aquí. Además de ayudar a mujeres como Fam a trabajar en las mejores condiciones posibles, debemos apoyar, a reforzar todo el sistema sanitario. Hoy, he tenido una reunión con una colega de una ONG internacional con la que trabajamos y su conclusión después de 8 meses de terreno es la misma. Es necesario un apoyo directo a los responsables sanitarios en el día a día, pero también es indispensable apoyar los recursos humanos del sistema sanitario. De poco sirve formar a todo el personal de un centro de recuperación nutricional si el enfermero de guardia del fin de semana que pertenece a otro servicio del hospital, hace perfusiones a los niños malnutridos. Esto tiene un efecto contrario, incluso devastador. Bueno, sabemos que aunque las cosas van lentas, esta es la visión. Pero precisamente por eso, porqueson cambios estructurales que requieren energía, tiempo, esfuerzo y un compromiso real de todas las partes. Nos encontrábamos en una misión de apoyo con responsables de salud y de nutrición del Ministerio: nuestro objetivo, acompañar al médico jefe y a su personal en “la apertura” de un centro de recuperación nutricional para desnutridos agudos severos. Creo que ha sido una de mis misiones “eficaces”, aunque quizá la de menos “me siento útil, he salvado el mundo”. Y es que en esta ocasión no he podido ver historias de vida que me hayan conmovido y que quizás conmuevan a los que leen este blog; no ha habido superhéroes por que no existen (a la excepción de Lunnicef, claro). Lo que he vivido ha sido un genuino traspaso de competencias, de responsabilidades. Y es que después de casi dos años en Mauritania, he sentido cómo el Gobierno va cogiendo el relevo a nuestra asistencia técnica en nutrición empezando a liderar y pilotar acciones. “Este centro tiene que funcionar, voy a poner mi empeño en ello”. Son palabras de Diakité, un responsable del Ministerio. Claro que esto puede chocar a muchas personas en nuestro contexto, en el que algo así puede parecer evidente, por que las riendas las llevan siempre los jinetes. Un viaje a otra realidad Me gustaría, entonces, que los que estéis leyendo este texto, pudierais transportaros a una realidad sanitaria precaria, a cuidados de calidad no constantes, a un contexto donde todo está por construir, donde hay que asegurar hasta lo más básico, donde reina la antipatía sobre el porqué de las cosas y hay un cierto hastío… Desde el año 2007 se puso en marcha en todo el país un protocolo sobre el tratamiento de la malnutrición aguda. A lo largo de estos años los esfuerzos se han centrado en las formaciones del personal, en poner a su disposición material antropométrico, los alimentos terapéuticos, las herramientas de registro y seguimiento, etc. Pero, sin dejar de reforzar las capacidades de las personas y de fomentar la adjudicación de conocimientos y de responsabilidades, noshemos dejado de lado el refuerzo de la participación, de la toma de decisiones institucionales y personales. En este sentido, comienza tímidamente nuestra acción de este año, porquehay que despertar conciencias, hay que fomentar el activismo y así ir en búsqueda de la autoeficacia en salud, en nutrición, en cuidados. Los primeros pasos ya se están dando, y se está preparando una estrategia de comunicación para el cambio de comportamiento que, basada en paradigmas para el progreso, habla de desarrollar herramientas y de fijar comportamientos que ayuden a las familias a ser “responsables y reclamantes” de su salud. Sin ánimo de ser pesimista este relato trata de hacer una reflexión sobre lo minúsculos que nos podemos sentir ante ciertas situaciones y lo flexibles que hay que ser en los pensamientos y en las acciones, siempre llegando a los más vulnerables pero sin dejar de pensar en los “remedios” estructurales y no siempre pensando que es mejor curar, sino que la prevención es también prioritaria.